Felipe de J. Monroy/ Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
Aquí lo advertí desde mayo de 2018.
Dije que, ante la potencial llegada de López Obrador al poder presidencial, en México correrían un serio peligro libertades fundamentales en democracia, como la libertad de expresión, además de que se incrementaría la censura, la persecución a medios y el despido de periodistas críticos.
¿Y por qué estarían en peligro derechos y libertades fundamentales con el arribo de López al máximo poder en México?
Porque AMLO siempre fue un impostor que –por décadas–, engañó a todos con la bandera de la democracia cuando, en los hechos, nunca fue un demócrata y siempre fue intolerante a la crítica, además de que era evidente su talante dictatorial.
Y lo advertí porque durante años viví en carne propia la difamación, la calumnia y la persecución del propio Obrador y de sus lacayos mediáticos, como Jorge Zepeda, Federico Arreola y el desaparecido Carlos Monsiváis.
Y es que, como seguramente algunos recuerdan, el autor del Itinerario Político fue el primer periodista perseguido por la pandilla política de López, el extremo de que el hoy presidente exigió mi despido a los dueños de todos los medios donde se reproducían mi columna –una de las más leídas en ese tiempo en todo el país–, y mis opiniones, sea en prensa, radio y/o televisión.
Cuando advertí del peligro que significaban Obrador y Morena en el poder, muchos periodistas y articulistas se burlaron, gritaron que era una exageración y que López no sería capaz de censurar a nadie.
Sin embargo, en los primeros cinco años del gobierno de AMLO, los despidos de periodistas críticos se fueron sumando y cayeron, entre muchos otros, Carlos Loret de Mola, Víctor Trujillo, hasta llegar al despido de León Krauze, de Televisa-Univisión, a quien echaron por el enojo de Obrador luego del extraordinario trabajo periodístico realizado por León, en medio de la tragedia que vivió Acapulco, a causa de del huracán Otis.
Pero no paró ahí el despido de críticos del fallido gobierno de López.
Y es que apenas el pasado martes, directivos del portal SinEmbargoMX –propiedad de Jorge Zepeda, uno de los lacayos lopistas más serviles al poder presidencial–, despidieron al columnista Martin Moreno-Durán.
El propio columnista lo expuso así en sus redes sociales X: “Tengo diez años y medio publicando mi columna en @SinEmbargoMX. Siempre critico con todos, y AMLO no tenía por qué ser la excepción. Ayer martes recibí un correo electrónico: “ya no nos sentimos cómodos publicando tu columna…” Y lo entiendo, sin duda. Es evidente. Obvio. Adiós”. (Fin de la cita)
Más aún, en su columna de despedida, Moreno-Durán clasificó así el periodismo mexicano, a la llegada al poder del dictador López Obrador.
“Con el triunfo de López Obrador como Presidente en 2018, al paso de los primeros meses de su gobierno, el periodismo mexicano se dividió en tres grandes bloques.
“Primero: quienes hemos sido críticos permanentes del poder político-presidencial, sin importar el personaje, partido o sistema político que hubiera ganado la Presidencia, en un ejercicio de congruencia y ética periodística.
“Segundo: aquellos que eran furibundos críticos del PRI y el PAN, pero qué con la llegada de López Obrador a Palacio Nacional, claudicaron periodísticamente y decidieron arrodillarse ante AMLO-4T, incapaces de enderezar un cuestionamiento –ya no digamos alguna crítica–, ante un régimen autoritario, dictatorial y carente de talante democrático como lo es el obradorista.
“Y tercer bloque, quienes con el priísmo y el panismo fueron sumisos y callaron siempre ante sus innegables excesos, pero que con el actual gobierno de AMLO de pronto recordaron que también hay que ser críticos, y ahora cuestionan de manera súbita e inesperada”. (Fin de la cita)
Pero la presión de Palacio no sólo va dirigida a los periodistas críticos, sino también a los medios. Y los ejemplos están a la vista de todos. Hoy los ciudadanos hemos perdido a dos medios que, por décadas, se mantuvieron en la vanguardia de la libertad de expresión y la crítica al poder, sin cortapisas.
Se trata de los diarios El Universal y Reforma.
Y que, por ejemplo, el primero, El Universal, fue sometido mediante una de las más viejas fórmulas del poder; la colonización familiar.
Y, el segundo, Reforma, sucumbió ante la presión política, económica y las amenazas del poder presidencial, al extremo de que los empresarios que sostienen Reforma debieron obedecer la imposición de Roberto Zamarripa como nuevo director editorial; un lopista de toda la vida, periodista mediocre cuyo único mérito es que un hermano suyo fue asesor de AMLO por décadas.
Sí, desde Palacio se endurecen la censura y el despido de los críticos, justo al arranque de la contienda presidencial del 2024.
¿Cuántos medios y cuántos periodistas resistirán los embates del poder de Palacio?
Al tiempo.