Samuel Aguirre Ochoa/La lucha de Antorcha en Coatepec
Una vez que se dio a conocer el nombre del candidato (porque eso es; candidato) a la gubernatura de la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz integrada por el PAN, PRI y PRD, y el elegido fue el diputado federal José Francisco Yunes Zorrilla, viene lo bueno: las campañas y la elección. En el papel pereciera pan comido que Rocío Nahle se alce con el triunfo, pero la realidad puede decir otra cosa y jugarle una mala pasada.
¿Por qué puede ganar la zacatecana?
Porque es la favorita del presidente López Obrador y nomás con eso es para desalentar a cualquier opositor. Además, tiene todo el apoyo del Estado y del gobierno estatal con lo que esto conlleva. Eso sin contar con el dineral que carga para comprar a las voluntades más reacias. Es decir, la señora viene muy bien arropada.
¿Por qué la realidad le puede jugar una mala pasada?
Porque siete de cada diez veracruzanos están hasta el gorro de la 4T; porque el gobernador Cuitláhuac García ha resultado un fiasco que le restará votos, porque su condición de zacatecana le pesará como una loza y porque no es querida por el grueso de la raza jarocha.
En el patio de enfrente Pepe Yunes llega a la candidatura en un contexto diametralmente opuesto al que vivió en 2018 cuando una combinación de abandonos, deslealtades y traiciones lo mandó al tercer lugar.
“Pepe llega como un candidato fuerte y eso nos tiene preocupados porque o al presidente López Obrador se le olvidó cabildear con Alito Moreno para que lo bajara de la contienda, o le ganó la soberbia y piensa que aún con Rocío como candidata podrá repetir su triunfo en Veracruz. Lo cierto es que Pepe puede ganar y si gana, habrá muchos infartados en mi partido”, me dijo un militante de Morena el viernes anterior, minutos después del mensaje que dio Alito con Pepe Yunes a su lado.
En vísperas de la designación se habló de una posible desbandada en el PRI encabezada por Héctor Yunes y Anilú Ingram pero no pasó nada. Héctor reconoció el triunfo de Pepe y prometió apoyarlo. La bronca de Anilú es con Alito Moreno y no con Pepe a quien aprecia y también prometió apoyar. De los otros contendientes que se quedaron en la orilla, Marlon Ramírez es institucional y apoyará al peroteño lo mismo que Lorena Piñón y Cirilo Vázquez Parissi.
El dirigente estatal del PRD, Sergio Cadena, también le dio su apoyo al legislador federal y el único que desentona es el líder panista, Federico Salomón, que anda bien norteado pues está “a la espera de los tiempos”.
La designación de Pepe viene a romper con el estigma de que todos los candidatos son iguales porque en nada se parece a Rocío Nahle. Las diferencias entre ambos son abismales; mientras Pepe será el de las propuestas, la mano extendida, la concertación y el diálogo, la zacatecana será la de las consignas setenteras, en puño cerrado en alto y la descalificación aviesa.
¿No me crees? Aguanta a que crezcan las campañas y verás, lector.
Un punto que Pepe puede canalizar a su favor está escrito en el librito de la política y dice que en la actualidad no hay que competir contra el adversario en turno, sino convencer al electorado.
Si logra persuadir a unos electores apáticos, recelosos, escépticos y decepcionados de los políticos, de que su plan de gobierno incluye a la sociedad en su conjunto porque es incomprensible un gobierno al margen de la sociedad, como una sociedad alejada del gobierno, puede hacer el milagro de que los veracruzanos salgan a votar en masa el primer domingo de junio, en lugar de quedarse en casa a ver un soporífero partido de la Liga MX.
Si logra esa hazaña, adiós a la 4T y su sueño de gobernar hasta el 2030.
Por lo pronto, la candidatura de José Francisco Yunes Zorrilla fue bien recibida, muy bien recibida por una ciudadanía que no quiere transformaciones ocurrentes sino cambios sustanciales. Y esa es una excelente noticia para Veracruz y los veracruzanos.