Forman Consejo Consultivo de SIPINNA con niños y niñas de Córdoba
COCOATZINTLA, Ver., 1 de noviembre de 2022.- Hace 10 años, en San José Paxtepec, la señora Eladia Gutiérrez Rodríguez combinó su amor a las flores y el aprendizaje en la agricultura para comenzar a sembrar flores de cempasúchil donde su esposo ya sembraba papa y maíz.
Al inicio fue difícil aprender algo que no habían realizado, incluso la primera siembra, de tres metros de flor, se cayó y no pudieron llegar a las fechas de Todos Santos, sin embargo fueron perseverantes y al siguiente año sí consiguieron una cosecha de por lo menos una hectárea.
“Todo empezó hace 10 años con un sembrado chiquito, compré unos dos o tres metros de planta chiquita, la sembramos (…) estaba como ahorita pero todavía no se llegaba Todos Santos y se nos pasó y se nos cayó”, contó.
Actualmente, el campo de la señora Eladia y su familia es uno de los más grandes y coloridos, con flores hembras y abiertas totalmente en su mayoría, y aunque este año no lograron “acomodar” toda la flor, continuarán con la tradición.
Luego de tantos años cultivando, sabe exactamente cómo conseguir semillas buenas y por ello es que acuden de otros campos y otros municipios a comprar con ella la semilla.
Sus hijos siembran y cuidan el campo, lo riegan cuando es necesario, pero quien camina entre las flores y explica cómo conseguir las semillas es la señora Eladia, quien ahora espera que sus nietos aprendan y ese legado se quede en la familia.
A pesar de las inclemencias, de que este año no se logró vender toda la flor, que la papa tuvo un precio demasiado bajo y que sus elotes se quedaron a convertirse en maíz, porque con 50 centavos no iban a lograr vender y obtener mínima ganancia, el amor que la familia Gutiérrez le tiene a la tierra es tan grande que lo transmiten a turistas que pasean por todo el rancho naranja.
“De esto le queda a uno un poquito de ganancia nada más (las flores de cempasúchil) pero nosotros, para vivir, sacamos un poquito de ganancia y mis hijos, sacando esto, se van a sembrar unas papas y de ahí se siembran unos elotes, o sea que para sobrevivir nosotros tenemos que seguir trabajando, de esto va a quedar un poquito, pero nada más (…) y eso si se acaba de vender todo; pero si no, ni modo, la tierrita nos lo produce y la tierrita se vuelve a hacer tierrita.
Cuando está bueno el precio de la papa deja más, pero el año pasado estuvo por los suelos (…) este año los elotes se fueron también por los suelos. Incluso mi hijo tiene por allá y ya está seco, yo creo que ya es maíz. Ya no se pudo vender (…) por lo mismo de los precios: a 50 o 60 centavos un elote, ¿cree que va a dar para comer?”, concluyó añadiendo que mientras ella viva, la tradición de siembra seguirá bajo su mano.