Carlos Ramírez/Indicador político
Por donde se quiera ver, resulta falsa, mentirosa y contraria a los básicos de toda democrática, la premisa y el discurso presidencial sobre la militarización de la Guardia Nacional.
Y es que no solo se trata de una violación constitucional deliberada, ordenada por el Ejecutivo, llevada a cabo por el Legislativo y solapada por el Poder Judicial, sino que asistimos a una estratagema dirigida a la destrucción del Federalismo, del la República y del Estado laico y democrático.
En pocas palabras, López Obrador y sus lacayos no sólo le dieron muerte a los postulados federalistas, republicanos y democráticos plasmados en la Constitución, sino que instauraron, de facto, una dictadura al estilo cubano, en donde el poder y la fuerza castrense de las armas ya desplazó al poder civil.
Y es que desde el primer minuto de su gestión, a los ojos de todos –de manera silenciosa para que no desatar pánico–, y como pateando un bote, el mandatario nos llevó a una tiranía que violentó la Carta Magna, demolió la División de Poderes y acabó con la subordinación militar al poder civil.
Y hoy vivimos lo impensable; militares, marinos y guardias nacionales en el poder político, económico y que dicen compartir tareas de un gobierno civil, como la simulada lucha contra la violencia y el crimen.
Sí, el falso demócrata llamado López Obrador nos ha llevado a uno de los peores y más perniciosos procesos de militarización no sólo en México, sino en el Continente y en el mundo.
Una militarización que no se construye para garantizar la seguridad, como de manera falsa pregonan desde Palacio, sino que será el maridaje perfecto de un gobierno cívico-militar, incluso más pernicioso que el de Cuba.
Y ese siempre fue el objetivo dictatorial del falso demócrata motejado como AMLO, quien llegó al pode con una impensable legitimidad producto de esa eficiente estructura democrática que nos dimos los mexicanos y quien, una vez en la cúspide, y a los ojos de todos, pasó a paso encabezó la tarea de zapa; la demolición del Federalismo, de la República y del Estado democrático, para imponer su tiranía.
Una modalidad de “dictadura bananera” que será defendida por el poder castrense y la fuerza represora de las armas; por marinos militares y guardias nacionales quienes, a cambio de una tajada de poder político y económico, mantendrán en el trono al tirano López.
Y la mejor prueba es que hoy militares, marinos y guardias nacionales no se encargan de la seguridad y menos de llevar presos a los matarifes. Pero tampoco debilitan a las bandas del crimen organizado, sino que construyen y administran aeropuertos y trenes; llevan a cabo campañas de vacunación, son dueños de empresas del Estado, manejan puertos, puentes y aduanas y hasta trasladan “botargas” a los estadios de béisbol.
Todas tareas encomendadas a las fuerzas castrenses en dictaduras como las de Cuba, Nicaragua, Venezuela y otras latitudes.
Pero lo más alarmante del caso es que la actual dirigencia del PRI, en manos de Alejandro Moreno, decidió “comprar” la narrativa mentirosa y falsa de que la militarización del país busca resolver la seguridad nacional.
Lo cierto, sin embargo, es que el grupo de priistas que detenta la franquicia del “tricolor” parece haberse sumado a la dictadura de López Obrador en busca de un pasaporte que le garantice un lugar en el gobierno cívico-militar del Maximato que viene.
Pero también es cierto que la militarización que ya está entre nosotros nunca fue una sorpresa y tampoco una novedad.
Durante casi cinco años aquí denunciamos paso a paso la gestación de la tiranía de López y, por ejemplo, apenas el pasado 3 de enero del 2022, en el Itinerario Político titulado: “2022, la muerte de la democracia mexicana” pronostique la tragedia que hoy vivimos.
Así lo dije: “El 2022 será mítico y trágico para México y para los mexicanos todos. ¿Por qué?
“Porque en el año que comienza no sólo seremos testigos sino víctimas del mayor ataque en la historia a las instituciones democráticas que construimos en las últimas tres décadas.
“Porque la demolición de esas instituciones, garantes de la democracia, viene del propio presidente, convertido en dictador.
“Y porque esa destrucción se raliza con la complacencia y la complicidad de no pocos políticos y partidos de la dizque oposición y de quienes por décadas se asumían como próceres de la democracia cuando, en los hechos, sólo eran fantoches nada democráticos.
“Porque al final del 2022, Obrador tendrá en un puño no sólo a los Poderes Legislativo y Judicial –que ya controla a placer–, sino a los tres órdenes de gobierno –municipal, estatal y federal–, y habrá consolidado su control sobre los más poderosos empresarios y los dueños de los grandes medios, a los que mantendrá a raya.
“Y ante la imposición del “necesariato” de Palacio, los lacayos que pelean a muerte por la simulada “sucesión presidencial”, cerrarán filas para avalar la continuidad del “amado líder”, tocado por la mano divina para conducir, de manera indefinida, los destinos de 130 millones de mexicanos.
“Pero el mundo no es ajeno a esa metamorfosis de la democracia mexicana; mutación que convierte a nuestro país a un vulgar remedo de las dictaduras latinoamericanas.
“Sí, apenas el pasado 10 de diciembre del 2021, en el seminario La Relación de Estados Unidos e Iberoamérica, tanto el presidente Ernesto Zedillo, como el Nóbel, Mario Vargas Llosa advirtieron sobre el peligroso retroceso que viven México y América Latina.
“Zedillo, artífice del mayor cambio en la democracia mexicana, lo dijo de la siguiente manera: `Hoy tristemente si uno ve el mapa de América Latina, tiene que concluir que quizá 70% de nuestra población vive en países en donde la democracia que creíamos definitiva está seriamente amenazada´.
“Explicó que individuos que acceden al poder por la vía democrática, `de inmediato se abocan a destruir cualquier elemento democrático, por medio del populismo; y estos individuos populistas que están socavando nuestra democracia, se hicieron del poder a través de la democracia y casi todos ellos provienen de los viejos regímenes militares y autoritarios´.
“Y finalizó su argumento de manera lapidaria: `América Latina está en una trampa de predesarrollo y, salvo excepciones, vive un momento de regresión democrática´”. (Fin de la cita)
“Pero Vargas Llosa fue más directo. Así lo expuso: `México concitó grandes esperanzas en todo el Continente cuando el señor Zedillo transformó México y permitió elecciones libres, en un país en donde no había elecciones libres… un hecho extraordinario porque con la libertad de voto México se transformó de la noche a la mañana´.
“Y finalizó así: `Sin embargo, hoy nada de eso queda; es dramático que en unos cuantos años, lo que parecía representar la democratización de México haya desaparecido. ¿Por qué? Porque los mexicanos votaron mal y México vive un retroceso dramático, con un presidente populista, demagogo, que acaba con todas las libertades´”. (Fin de la cita)
“Sí, nos guste o no, a lo largo del 2022 veremos la muerte de la democracia mexicana y de todas sus libertades. Al tiempo”. (Hasta aquí el fragmento del Itinerario Político del pasado 3 de enero)
Por eso obliga volver a preguntar: ¿Estamos o no en dictadura?
Al tiempo.