Gabriel García-Márquez/Sentido común
Cinco días duró la celebración, uno por cada 100 años, un día por cada uno de los 5 siglos de la Fundación de la Villa del Espíritu Santo. Fueron días de fiesta que devolvieron la alegría a las familias porteñas, que desde hace tiempo no la pasaban tan a gusto. Se volvieron a ver a las familias caminando por las calles para llegar al punto de encuentro, donde se llevarían a cabo las actividades organizadas por el ayuntamiento de Coatzacoalcos, liderado por el alcalde Amado Cruz Malpica, quien ha demostrado que se pueden hacer las cosas aun en momentos de crisis.
Desde el primer día las familias festejaron en el Hemiciclo de los Niños Héroes, el espectáculo de luz y sonido con la representación en el cielo de la Fundación de la Villa del Espíritu Santo, con una crónica que habla de la identidad y de los orígenes de la Cultura Olmeca y de los albores de este puerto del sureste de México.
Los eventos fueron todo un espectáculo que iluminó el Paseo de las Escolleras, el Cielo del Río Coatzacoalcos y el Faro de Villa Allende.
Por supuesto que les cayó como anillo al dedo a los pequeños comerciantes y prestadores de servicios que vieron a la gente arremolinada alrededor de sus puestos, comiendo cocos, helados, elotes, esquites, hamburguesas, hot dogs, tacos y todo tipo de frituras.
Desde hace tiempo no se veía este jolgorio, en una fiesta musical y cultural, con el espíritu de un carnaval o una feria. Con actividades culturales, artísticas y gastronómicas cada tarde.
El último día se llevó a cabo a lo largo del Malecón Costero un magno desfile de grupos con mil actores ataviados con originales vestuarios y carros alegóricos representando a los olmecas, mexicas y hasta españoles. Desfilaron también motociclistas y automóviles de todo tipo.
UNA LLUVIA DE ESTRELLAS
El Hemiciclo a los Niños Héroes, el Paseo de las Escolleras, el Malecón Costero, el Río Coatzacoalcos y el Faro de Allende fueron el gran escenario de esta gran fiesta de los 500 años, que será inolvidable para las familias porteñas, que están ávidas de tener este tipo de acontecimientos que les elevan el espíritu y les brindan alegría.
Sin duda lo más espectacular fue el llamado Show en el Río Coatzacoalcos, donde con 200 drones automatizados se presentó en el cielo la historia de Quetzalcóatl y la Fundación de la Villa del Espíritu Santo, cerrando con 750 kilos de pirotecnia cada día que iluminaron el cielo como un espectacular juego de pirotecnia formando círculos que se entrecruzaban y rompían creando una ilusión óptica como si fuera una infinita cascada o lluvia de estrellas.
Al final la llamada Escollera Lumínica representando el regreso de Quetzalcóatl, en un largo pasillo de un kilómetro de extensión separando al río del mar, iluminado con luces tipo laser de distintos colores simulando la legendaria gran serpiente.
Ni la lluvia ni el calor impidieron que los porteños acudieran a disfrutar esta festividad que bien valió la pena, a pesar de las posibles críticas de quienes consideran que hay cosas más urgentes e importantes que se podrían haber realizado con los recursos empleados; sin embargo, este gran evento fue todo un ejemplo de lo que se puede hacer a la altura de esta ciudad, para mantener vivo el espíritu de la gente, sin descuidar las obras que se requieren en el municipio y el mejoramiento de los servicios que hagan falta en las colonias.
Ojalá se repitan este tipo de eventos, que mantienen vivo el amor a la cultura y a los orígenes, cultivando la cercanía entre el gobierno y la población, que hoy más que nunca necesita recuperar la alegría por vivir en esta tierra, que tanto le ha dado a México.