
José Luis Enríquez Ambell/Café de mañana
Como cada año desde 1975 cada 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Esta iniciativa nace con la intención de reivindicar las condiciones laborales de las mujeres, buscando una igualdad de derechos con los hombres, tanto en salarios como en horarios de trabajo.
Pero por desgracia, la equidad de género aún sigue siendo solamente una frase que se repite constantemente, pero que no se ha hecho realidad, porque aun cuando se habla del empoderamiento femenino, todavía sigue habiendo diferencias y la equidad no se ve por ningún lado. Las mujeres trabajadoras siguen percibiendo bajos sueldos en comparación con los que reciben los hombres por un trabajo similar y su posición en las empresas sigue siendo secundaria.
Las mujeres hacen frente a todo tipo de crisis, en especial la económica, porque siempre saben hacer rendir el gasto familiar, para que nunca falte comida en la mesa y siempre tienen la valentía de salir a dar la cara al abonero, al tendero o a los acreedores, así como pedir prestado si es necesario lo mismo que cumplen con el pago de las deudas. Siempre ven la manera de generar un ingreso adicional despojándose de la vergüenza de andar ofreciendo entre los amigos y conocidos todo tipo de productos, ya sea como emprendedoras, en un negocio de multinivel o haciendo repostería.
Este día se les venera, se habla de su valor y del sitio que ocupan en el mundo, porque la mujer es el pilar de la familia y por ende de la sociedad en general. Es el ánimo y el consuelo, es el rostro de la felicidad y la ternura, es el orden y la honestidad, pero también es la búsqueda incansable de un hijo desaparecido.
DATOS QUE ALARMAN
Sin embargo, aunque sea la mujer el motor que mueve al mundo, no se le respeta como debiera ser. Es alarmante que el número de feminicidios siga en aumento.
Según las estadísticas en el 2021 se registraron 1,004 feminicidios en México, más que en 2020 en que se registraron 978 y en 2019 fueron víctimas de este delito 973 mujeres, cuando en 2015 solamente hubo 427 feminicidios. Esto es sin contar los crímenes de mujeres que no son calificados como feminicidios. Los números son verdaderamente alarmantes. Las causas son la inseguridad que acecha a las mujeres tanto en las calles como en el hogar.
Si hablamos de violaciones entre el 2020 y 2021 se registraron 21,189 agresiones sexuales, más las que no se denuncian por vergüenza o temor de la víctima o de la familia.
Es un horror que sigan matando, secuestrando, violando y traficando con mujeres de todas las edades y preferencias sexuales, toda vez que el mismo riesgo corren madres de familia, madres solteras, profesionistas, modelos, estudiantes y menores de edad. Mujeres de ciudad y del campo corren peligro en las calles, en el centro de trabajo e incluso en su propia casa. No hay sitio donde estén completamente seguras.
Las mujeres que en otros tiempos no se tocaban ni con el pétalo de una rosa, ahora son violentadas, acosadas, violadas, torturadas, minimizadas y hasta asesinadas sin piedad alguna, generalmente por sus seres más cercanos, novios, amigos o parientes en quien ellas confían.
Las mujeres han dejado de ser las musas que inspiraban canciones y novelas de amor, para convertirse en personajes de la nota roja, objetos sexuales que en vez de ternura y caricias reciben desprecio y maltrato.
Por desgracia estamos viviendo en una sociedad machista, donde la violencia familiar prevalece y la impunidad sigue tan campante sin que se pueda evitar a tiempo o castigar como debiera ser.
Este año según la ONU el lema es “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, de manera que hay que amplificar su voz y apoyar su trabajo, aunque eso aún está por verse.
Es tiempo ya de terminar con la desigualdad de género, de cuidar a las mujeres y a las niñas, tanto en las zonas urbanas como en las rurales, tanto en la casa como en la escuela y en las calles, para salvaguardar su vida y proteger su integridad. No hay que olvidar que son el origen de la vida y el motor que mueve al mundo.