Gabriel García-Márquez/Sentido común
Si algo distingue al ser humano es tener la CAPACIDAD DE ASOMBRO ante lo nuevo, lo inesperado, una hazaña o un descubrimiento, un avance tecnológico o científico, pero también ante hechos que nos conmueven o nos causan estupor como un acto criminal.
Sin embargo, últimamente ésta es una capacidad que se ha venido perdiendo debido a que muchas cosas o acontecimientos se han vuelto tan cotidianos, que ya no nos provoca ninguna admiración.
Esta capacidad de asombro o de sorpresa se ha perdido a causa del acceso inmediato a la información, no nada más por la prontitud con que nos muestran las cosas en las redes sociales, sino también porque ya no hay ningún control o pudor en los medios de comunicación electrónicos, como es la televisión.
Ahora es muy común que mientras se desayuna con la familia, en los noticieros televisivos se reproduzcan una y otra vez, en cualquier canal, hechos delictivos como el asesinato a sangre fría cometido al cruzar una calle donde la víctima patalea al ser baleada por un sicario que le dispara la carga completa de su arma hasta asegurarse de dejarlo sin vida.
Las fotos o videos sangrientos que se comparten a través de las redes sociales, incluso en grupos de WhatsApp, donde se ve la manera en que degüellan o descuartizan a un ser humano con la mayor crueldad, causando si acaso un cierto morbo compartido.
La facultad de sorpresa de la gente se ha perdido, muchas personas se han adaptado al entorno de violencia que se está viviendo en todas partes del país. Ahora lo inesperado es que no suceda nada, porque lo más común es que se den hechos sangrientos o de violencia extrema e incluso feminicidios o asesinatos hasta dentro de los hogares.
Todos los días se hace una apología de los sucesos sangrientos o violentos, se habla de muertos, de cómo los mataron (apuñalados, colgados, ejecutados) o de a cuántos mataron. Los robos o asaltos ya son como una nota de espectáculos que no asusta a nadie, al contrario, se comenta como si fuera el episodio de una serie de Netflix.
HABRÁ QUE HACER ALGO
Habrá que recuperar esta facultad que distingue a los seres humanos de asustarse con la violencia, de asombrarse ante un crimen o un secuestro. Pero también de extrañarse por actitudes tan simples que se han venido dando entre la población como son el descuido en los supermercados, el mal funcionamiento de los semáforos, la ausencia de agentes de tránsito dirigiendo el tráfico en un crucero peligroso e incluso hasta la mala comida que te sirven en los restaurantes y las pésimas condiciones en que se encuentran algunos de estos establecimientos. La descortesía de los empleados de mostrador y también de quienes se cuelan en la fila o te empujan al subir las escaleras. Incluso ver a un indigente semidesnudo al lado de un Oxxo o a una mujer enferma frente a una farmacia con su niño en brazos.
Hoy como nunca es importante recuperar la CAPACIDAD DE ASOMBRO y poner el granito de arena que nos toca, para que esta sociedad no se siga deteriorando y regresemos a los tiempos en que las notas criminales nos escandalizaban y en la televisión no se permitía mostrar hechos violentos y mucho menos asesinatos cometidos a sangre fría. En tanto se hace algo y nos cae el veinte valdría la pena preguntarnos. ¿Dónde quedó el asombro ante la maldad del mundo y el deterioro social?