Miguel Ángel Sánchez de Armas/Juego de ojos
¿Disculpas a los amigos, promesas a mis adversarios?
Por fin, después de pedírselo mucho, el presidente Andrés Manuel López Obrador, demostró que alberga dentro de sí a una persona humilde, capaz de reconocer sus errores, es más, nos mostró un rostro tan humano que muchos volvieron a conectar con él, y es que en una transmisión que se ve en todo el país, fue capaz de pedir disculpas; tal cual como se escucha, admitió que no fue apropiado un comentario suyo y se retractó.
Lo malo es que el personaje que mereció este detalle fue el narcotraficante y terrorista más peligroso del mundo. López Obrador le llamó “Chapo” a Joaquín Guzmán, e inmediatamente procedió a disculparse por ese error inadmisible.
¿Qué pasaba mientras todos escuchábamos la disculpa? se discutía y aprobaba la desaparición de Fideicomisos. Coincido con el presidente en que muchos fueron creados para saquear al estado y mantener a una clase privilegiada, no habría ninguna persona honesta en México que se hubiera atrevido a contravenir esa medida, pero metió en el cajón de corruptos a todos los beneficiarios. Para algunos no sólo representaba un apoyo económico, se trataba de vida o muerte.
Para muchas víctimas desplazados, eliminar este apoyo es como ponerles una pistola en la cabeza, ese recurso les significaba “sobrevivencia” en un medio hostil y caótico.
Así que, sin más, en un ejercicio de honestidad, López Obrador sería culpable de lo que pueda pasarles a los periodistas y activistas de derechos humanos que quedan en la indefensión, tendrá que hacerse responsable, sin excusas, de quien llegue a padecer por sus decisiones, no, ya no será al pasado corrupto y neoliberal.
Muchas de las víctimas que tuve la oportunidad de conocer, quieren y son más que capaces de ayudar al gobierno a realizar el trabajo de buscar a sus seres queridos, o de los restos humanos para que su historia sea contada; y es que sin cuerpo no hay un caso, no podría haber justiciar, y la impunidad seguiría fuera de control.
Los desplazados que yo conocí no dejaron sus casas, sus vecinos, sus terrenos y su patrimonio por gusto. Tuvieron que huir de noche para salvaguardar sus vidas y las de sus familias. Muchos son personas productivas que dejaron todo atrás, su vidas, sólo porque el gobierno no es capaz de garantizar su seguridad.
Aún ante este adverso escenario, la batalla no está perdida. Iremos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a pedir que no se permita este retroceso en la defensa de los derechos humanos, porque claramente va en contra de nuestra Constitución. No creo que la Corte vaya a secundar estos abusos y retrasos, pero en caso que sí, iríamos de ser necesario a las cortes internacionales, a ONU, a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, a Amnistía Internacional, que todo el mundo voltee a ver lo que ocurre en nuestro país.
No es que no queramos creerle que los recursos seguirán bajando, pero ¿realmente nos ha dado evidencia, de alguna forma, en que es creíble su “buena voluntad”?
Hoy sus cambios y decisiones, con mecanismos ineficientes, que ya costaron vidas, sólo es cuestión de voltear a ver a los niños con cáncer que han perdido la vida, porque decidió sustituir los métodos de suministrar medicamentos, los niños quedaron en medio del fuego cruzado de farmacéuticas y autoridades, cerradas y sordas.
Este gobierno ha prometido muchísimas cosas, y lo único que nos han dado son escusas. Para él, lo único que realmente cuenta es que haya justicia para los pobres, sin embargo, a ellos también les está fallando.
¿Más pruebas de su palabra empeñada, dolorosamente fallida? Prometió terminar con la violencia y controlar al crimen organizado, y durante su sexenio ha habido más homicidios por día que jamás en la historia del país. Durante su campaña prometió un crecimiento económico de 8%, después 6%. Sin embargo, ya nos avisó Hacienda que en el año que viene habrá una contracción económica como no se ha visto en más de cien años. Y no nos engañemos, antes de la pandemia ya íbamos muy mal, sólo el veía sus números alegres.
Además, prometió que aunque se vaciaran las presas de Chihuahua, habría suficiente agua para los agricultores, como si él tuviera el poder de hacer llover durante una sequía, ¡increíble! Por cierto, lo que era imposible se logró, se renegoció la entrega de agua, todo se puede si hay voluntad en serio, a veces esa cerrazón hace que pierda muchas oportunidades de avanzar como país.
¿Saben que más pasaba mientras él daba disculpas al Chapo? Afuera de Palacio Nacional se manifestaba el Profesor José Diaz Navarro con un grupo de niños huérfanos y mujeres viudas, todos ellos aún buscaban a sus seres queridos, desparecidos por el crimen organizado, por terroristas que se sienten dueños de la vida de los demás, que rompen vidas, familias, y dejan muchos sueños truncos.
El señor presidente no pudo atenderlos. Tampoco la encargada de Atención Ciudadana.
¿Pero a quién creen que le pidió disculpas López Obrador?
Así nuestro México.