Raúl López Gómez/Cosmovisión
Se buscan culpables del domingo negro
El efecto AMLO se desplomó, el tsunami del 1 de julio de 2018, se desvaneció como una ola veraniega de las playas de Veracruz y en un efecto inexplicable.
Pero en esto seguramente hay culpables, que los analistas y los propios actores políticos deberán encontrar en seria practica de reflexión, y darse cuenta de los errores y aciertos, que llevaron a una derrota electoral nunca antes pensada. O como dicen en el campo laboral, “orden no supervisada, vale para una tiznada”.
Los que adivinan la buenaventura, hablan de que el jefe de palacio nacional, se enojó y con justa razón, pero también lo significativo de todo esto es que las luces de alerta ya encendidas buscan culpables en la Cuarta Transformación y por lo mismo estarán rodando las cabezas más adelante.
Esto dicho en la metáfora coloquial, en el sentido de que los responsables de la operación política no funcionaron en Morena, y más cuando en un afán de culpas mutuas en todas las vertientes se quedaron con el “dejar hacer, dejar hacer”, y les ganaron el mandado y los tamales los priistas del partido en agonía, y que ya con los últimos estertores.
Resulta que el PRI vive, para bien o para mal, eso estará por verse y que tiene de nuevo vida propia. “Uta ma” como dicen los chamacos cuando no quieren hacer la tarea o los mandados, con el consabido berrinche.
Entre los responsables directos está el dirigente interino morenista, Alfonso Ramírez Cuellar, que malévolamente jugó una elección importante a perder no por inocente o “tontejo” pero en alvaradeño, ni por novato, sino que se cree que por mucha perversidad en contra del propio AMLO y su partido Morena, que se la lastimaron muy feo, ya en manos de otros y simplemente no le cuidaron con pasión y entrega de protector y fundador.
Pero a don Alfonso, le fallaron las estrategias, y será el propio Andrés Manuel López Obrador, quien escriba el epitafio político de este personaje, quien es el directamente responsable de una derrota electoral sorpresiva e inesperada en Coahuila e Hidalgo, en donde no se puede defender lo indefendible.
El otro factor de derrota, sin duda es el discurso ofensivo y de divisionismo que propicio en la militancia y simpatizantes de Morena, el famoso Porfirio Muñoz Ledo, campeón de la marrullería, a quien ya se le conoce y mucho de sus trotes de nefasta tozudez, y a quien nadie puede controlar, ni la misma edad.
Otro de los más graves factores de una derrota inexplicable es del que en algunas entidades como Veracruz, andan jugando “chueco” confundiendo a la militancia, lo que seguramente le pone ambiente a los sucesos políticos que se avecinan en el proceso electoral del próximo año, en donde ahora todos quieren seguramente pegarle al negro, y se diluye la esperanza fortificada de Morena en algunos personajes que no les va a dar el plus, para ganar una elección en los 212 municipios, o en los distrito locales y federales del tema de los congresos locales y de la Cámara de Diputados, en los comicios que estarán más reñidos que nunca.
Todo en este momento, anticipa un auténtico empate técnico y si la culpa es de Alfonso Ramírez Cuellar y de Porfirio Muñoz Ledo, el aspirante a ganar la dirigencia nacional es ya en definitiva Mario Delgado, quien es el más cercano a conocer, interpretar y poner en practica la filosofía obradorista, como un formato de lucha política y electoral que debe ser una maquinaria bien aceitadita, para que ya no se vuelva a “desbielar” en el camino como el domingo.
También, los golpes contantes, de las criticas infundadas de la desmemoriada iniciativa privada en crisis, sin duda han afectado al proyecto político de Andrés Manuel López Obrador.
Pero la pregunta real, es donde están todos los compañeros operadores políticos de AMLO, que en el fondo jugaron con una grave traición, que dicen hasta alteró la salud del político tabasqueño al borde un ataque y no de celos –como dice la canción– sino más de bien de coraje, porque en carne propia conoce de la perversidad humana y ahora más que nunca supo de los equilibrios del poder y de los famosos pesos y contrapesos, de las muchas manos que mecen cunas y que no asoman la cabeza, pero hay como saben hacer daño. No se vale.
Los cambios en el gabinete de AMLO, urgen de ya, y que dejen de calentar asientos, y más aquellos que llegaron al poder y no saben para que, porque no trabajan, no proponen, no operan y ahora dirán como en los juegos del América, la culpa es del árbitro –el INE– o del veracruzano Layún –Muñoz Ledo. Así las cosas.
Bueno y como dicen en la Cuenca del Papaloapan, “pero que está pasando”, que propios y extraños se olvidaron muy pronto de los programas de bienestar que llegan a 22 millones de mexicanos, o será que ya estos quieren más. Así las cosas