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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 2 de mayo 2020.- En este año inédito, el movimiento femenino Un Día Sin Nosotras el 9 de marzo, fue un clamor de las mujeres mexicanas para poner freno a la violencia de género; pero la estela de muerte que han dejado los feminicidios no desaparece y menos dejará de doler, en el corazón de las hermanas, hijas, amigas y, sobre todo, en el de las madres de las víctimas, que no tendrán la opción de extrañarlas solo un día (…), han aprendido a tener una vida sin ellas.
En el municipio de Tamuín, San Luis Potosí, cinco familias han sido marcadas por esta misma angustia y la frustración de no conseguir justicia para sus hijas; en el año 2010 comenzó la pesadilla y no paró hasta cuatro años después.
Un ex militar, maestro de karate y catequista -originario de Ébano- fue detenido el 3 de julio de 2014 bajo el cargo de portación de arma de fuego, luego confesó ser el asesino de al menos cuatro niñas y una joven de 32 años de edad, cuyas muertes ocurrieron entre el año 2010 y 2014.
La perversidad, no ha recibido sentencia a una década de cometido el primer crimen.
UN ADIÓS EN PAUSA
Rosa María se quedó bajo la regadera esa mañana mientras su madre salió de prisa a trabajar, ya iba retrasada, sobre la mesa le dejó dinero para sus gastos en el Cbta 121 y se despidió a gritos desde la puerta; el adiós de su hija de 15 años hizo eco en el baño, y aquel 28 de octubre de 2010, fue la última vez que la escuchó.
Lo siguiente que su madre pudo ver de ella -cuatro años después- fueron pequeños fragmentos de huesos, consumiéndose entre un cañaveral del ejido La Primavera, en Tamuín; con el tiempo sabría que la adolescente, se había convertido en la primera víctima del llamado Estrangulador de Tamuín, Filiberto H., un ex militar, catequista, instructor de zumba y defensa personal, en aquel municipio de la Huasteca Potosina.
A 10 años de distancia, la señora Rosa no ha recibido de vuelta los restos de su hija para al menos darle sepultura y el asesino confeso, ni siquiera ha sido consignado a un proceso penal por el feminicidio de la quinceañera; de acuerdo con la versión de las autoridades, siete pedazos de fémur no se consideran evidencia suficiente para la presunción de la pérdida de la vida, teoría que ha complicado la procuración de justicia para este caso.