La despolitización del pueblo y sus nefastas consecuencias
La confianza en AMLO está perdida
En la vida pública, como en las relaciones personales, cuando se pierde la confianza es casi imposible restablecerla, salvo que haya un cambio radical en las conductas que llevaron a romperla.
Tal es el caso de empresarios, consumidores y el Presidente, por más que cada día se tomen fotos juntos y digan “vamos a echarle ganas”.
No puede restablecerse la confianza porque el gobierno manda señales de que ha extraviado por completo la ruta del desarrollo y se aferra a ocurrencias que no generan progreso.
El pesimismo es generalizado en sectores clave de la vida productiva del país. Lamentablemente, hay fundamentos para estar preocupados.
Como los ingresos del gobierno han sido menores a los esperados en este año, tiene que echar mano de 149 mil 598 millones de pesos (de acuerdo con el Reporte de Finanzas Públicas de la secretaría de Hacienda) del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios (FEIP), que le dejaron administraciones anteriores y se creó para atender emergencias graves.
Bueno, estamos en emergencia grave porque el gobierno no tuvo dinero para acabar el año pues se le cayó la recaudación, y echa mano de 150 mil millones de pesos del FEIP.
Paralelo a esa toma de recursos de un Fondo para emergencias (terremotos, huracanes, caída drástica del precio del petróleo), la secretaría de Hacienda dio a conocer en su reciente Informe de Finanzas Públicas, que al cierre de octubre hay un subejercicio del gasto del gobierno por 155 mil millones de pesos.
A ver, toman 150 mil millones de pesos de un Fondo de emergencia porque se les acabó el dinero, y a la vez informan que han subejercido (recursos no gastados, presupuestados) 155 mil millones de pesos.
¿Cómo? ¿Guardan el dinero que tienen, y para acabar el año echan mano del FEIP?
No se necesita ser economista para entender que ahí hay gato encerrado.
Hacia algún lado se están yendo esos 155 mil millones de pesos no gastados este año.
Hay quienes dicen que esos recursos se van a programas sin reglas de operación, en efectivo, para sus clientelas electorales.
Otros señalan que se canalizan a Pemex.
Cualquiera de las dos posibilidades es un error. No generan desarrollo ni crecimiento económico.
El gobierno tiene una agenda equivocada, que nos enseñó desde antes de tomar posesión al cancelar el aeropuerto y tirar cientos de miles de millones de pesos a la basura, e invertir otros miles de millones de pesos en una terminal aérea que está lejos y no es apta para la aviación comercial.
Dice el Presidente que, a diferencia del pasado, no van a contratar nueva deuda. Falso: para el próximo año el gobierno solicitó, y se le aprobó, una deuda de 538 mil 349 millones de pesos. Es deuda nueva.
La mentira es mala señal, y los empresarios lo saben. También los consumidores.
De acuerdo con el Indicador de Confianza Empresarial (martes 3 de diciembre, El Financiero), la confianza cayó en los tres pilares del empresariado: en los comerciantes, los constructores y los industriales que desempeñan que desempeñan actividades manufactureras.
El Indicador de Confianza del Consumidor publicado por el INEGI (El Financiero, viernes 5 de diciembre) también cayó en noviembre. ¿Por qué? Dicen los especialistas consultados por el diario que se debió a “factores económicos y políticos que deprimieron la confianza”.
No hay confianza en el rumbo del país.
Vaciar las arcas para fortalecer a Pemex es otro error indicativo de que vamos mal.
Por la obstinación presidencial de no hacer alianzas estratégicas con el sector privado ni reanudar las rondas petroleras de la reforma energética (que le darían al gobierno 80 centavos por cada dólar de petróleo que extraigan los privados), Pemex es un barril sin fondo.
Al tercer trimestre de este año Pemex perdió 88 mil millones de pesos, mientras en el mismo periodo del año anterior obtuvo utilidades por 26 mil 770 millones de pesos.
De acuerdo con el reciente informe de Hacienda, en los primeros diez meses del año los ingresos por exportaciones de Pemex cayeron 16.3 por ciento respecto del año anterior.
¿No es un disparate meterle dinero a Pemex, que podrían arriesgar los empresarios privados (pagando al gobierno 80 por ciento de lo que obtengan), en lugar de canalizar esos recursos a infraestructura de comunicaciones, ciencia, educación y desarrollo tecnológico?
Hay una interrogante más: informa Hacienda que al décimo mes de este año Pemex tiene un subejercicio de 72 por ciento en obra pública. ¿Qué hacen con el dinero?
Su avance en contratación de obra pública es de sólo 28 por ciento al cierre de octubre de este año.
No saben ingresar dinero. No saben administrar recursos. No saben gastar.
En síntesis, no saben gobernar. Resultado: crecimiento cero o más abajo.
Sus obsesiones han tirado la confianza, porque no hay ni habrá corrección.
El dinero que sostiene al actual presupuesto fue el que dejaron los gobiernos que el presidente detesta, a través del FEIP.
Aún quedarán en ese Fondo 110 mil millones de pesos para usarlos en 2020, con lo que tal vez medio libraremos la crisis, pero no hay escape para 2021.
Por eso y otras razones no hay confianza, aunque empresarios, consumidores y el Presidente tomen café e intenten echarle ganas.
No hay salida, más que corregir donde AMLO está equivocado, y ni lo hará. Lo conocemos.