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Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Easy Rider, Peter Fonda y Los detectives salvajes
Escribo la columna de esta semana con el siguiente pretexto: recomendarles la película Easy Rider (Buscando mi destino, su título en español) y compartirles un fragmento del libro Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, a propósito de ese filme norteamericano del año 1969.
El tema de Easy Rider viene a cuento debido a que en días pasados falleció a los 79 años de edad uno de sus icónicos protagonistas, Peter Fonda, a causa de una falla respiratoria y padeciendo un cáncer pulmonar.
La película que hoy recomiendo (y que por cierto Netflix la tiene en su plataforma, aprovechen) es un emblema del cine estadunidense. Fue revolucionaria en su tiempo, puso los cimientos del llamado cine independiente y su éxito en taquilla simplemente fue abrumador para la década.
Dirigida por Dennis Hopper e interpretada por él mismo, al lado de Peter Fonda y Jack Nicholson, Easy Rider ganó múltiples premios, entre ellos la Mejor Ópera Prima para Hopper en el Festival de Cannes de 1969.
En 1970, la película obtuvo dos candidaturas a los premios Oscar: mejor actor de reparto (Jack Nicholson) y mejor guion original (Peter Fonda, Dennis Hopper y Terry Southern).
En pocas palabras, me parece que con lo dicho hasta aquí basta para ver o para volver a ver la película.
Además, qué les digo de la banda sonora: vibrante y emotiva, específicamente esas notas de Born To Be Wild, de Steppenwolf, mientras Fonda y Hopper, montados en sus motocicletas, curvean las carreteras del sur estadunidense.
En Easy Rider, Billy (Dennis Hopper) y Wyatt (Peter Fonda) son dos jóvenes motociclistas que emprenderán un largo viaje para asistir al carnaval de Mardi Gras en Nueva Orleans.
En el camino vivirán diferentes experiencias que muestran el panorama social de la época en los Estados Unidos, como el uso de drogas, el movimiento hippie y el estilo de vida comunitario. Asimismo, se mezclan las imágenes del ambiente rural y urbano de ese país.
Toda esta atmósfera que envuelve a Easy Rider como película del género ‘road movie’, así como las actuaciones, la dirección, el guion, la fotografía y la banda sonora, le han valido todos los aplausos del público y reconocimientos de la crítica especializada. (Claro, también puede haber gente a la que no le haya gustado).
Y en el caso específico de Peter Fonda, habrá hecho muchos trabajos cinematográficos, sin embargo siempre se le va a recordar y asociar como el Capitán América de este largometraje.
Un film legendario que precisamente en este 2019 cumple 50 años, al igual que los cumplió el histórico festival de Woodstock de 1969 y el asesinato de la actriz y modelo estadunidense Sharon Tate.
Ahora bien, quiero compartirles un fragmento de una de mis novelas favoritas: Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño.
Son unas líneas que comparan a los protagonistas del libro, esos extraños jóvenes poetas Arturo Belano y Ulises Lima, con los protagonistas de Easy Rider.
En la segunda parte de la novela, Roberto Bolaño le da voz a muchos narradores, entre ellos Rafael Barrios, amigo de Belano y Lima, quien los recuerda de la siguiente manera:
¿Ustedes han visto Easy Rider? Sí, la película de Dennis Hopper, Peter Fonda y Jack Nicholson. Más o menos así éramos nosotros entonces. Pero sobre todo más o menos así eran Ulises Lima y Arturo Belano antes de que se marcharan a Europa. Como Dennis Hopper y su reflejo: dos sombras llenas de energía y velocidad. Y no es que tenga nada contra Peter Fonda pero ninguno de ellos se le parecía. Müller sí que se parecía a Peter Fonda. En cambio ellos eran idénticos a Dennis Hopper y eso era inquietante y seductor, digo, inquietante y seductor para los que los conocimos, para los que fuimos sus amigos. Y esto no es un juicio de valor sobre Peter Fonda. Me gustaba Peter Fonda, cada vez que dan en la tele la película que hizo con la hija de Frank Sinatra y con Bruce Dern no me la pierdo aunque tenga que quedarme despierto hasta las cuatro de la mañana. Sin embargo ninguno de ellos se le parecía. Y con Dennis Hopper era todo lo contrario. Era como si conscientemente lo imitaran. Un Dennis Hopper repetido caminando por las calles de México. Un Mr. Hopper que se desplegaba geométricamente desde el este hacia el oeste, como una doble nube negra, hasta desaparecer sin dejar rastro (eso era inevitable) por el otro lado de la ciudad, por el lado donde no existían salidas. Y yo a veces los miraba y pese al cariño que sentía por ellos pensaba ¿qué clase de teatro es éste?, ¿qué clase de fraude o de suicidio colectivo es éste?
Eso es todo por hoy, apreciables lectores. Algo muy sencillo que quería compartir con ustedes: la recomendación de la icónica Easy Rider y el fragmento de la genial novela de Roberto Bolaño, de la cual, por cierto, aún no he escrito nada porque es un monstruo al que todavía no me quiero enfrentar.
Twitter: @PPCarreto