Carlos Ramírez/Indicador político
Marlon: buenos, malos y feos
El PRI no está muerto, y aunque agoniza, sus principales operadores en el país, vinieron a
Boca del Río, a tratar de darle un poco de vida artificial, ya que saben de que se trata de un
garbanzo de a libra, que se debe de preservar, aunque tienen ya algunos meses de haber
pasado a ser oposición al perder la presidencia del país, ante Morena de AMLO, el histórico
pasado 1 de julio.
Con los escenarios otrora de poder, este martes en la zona conurbada de Veracruz-Boca del
Río, se revivieron los tiempos de gloria, la larga fila de las camionetas de súper lujo de
todos los personajes priistas que se suben a la nueva era de remar en contra de la corriente.
La asunción de Marlon Ramírez Marín, a la dirigencia estatal del PRI en Veracruz, se
encuentra bajo sospecha, toda vez que desde los distintos grupos priistas, se tiene
desconfianza hacia quien se repente se vio con amplio poder económico y de
“convocatoria” para lograr una victoria dudosa en un proceso electoral interno que por
primera vez se dio en una lucha de planillas, y por demás impregnado de lo mismo y
criticado desde las propias bases.
Las agrias críticas de los clásicos personajes del PRI veracruzano, que se enriquecieron en
su “lucha” partidista de siempre, de toda la vida y se les conoce por sus malas acciones.
El PRI, en una nueva época, en donde se vale de todo, con el fin de alcanzar una dirigencia
para sumar y tratar de ser una autentica oposición ante los de Morena, que están subidos en
una ola que se ha llamado el tsunami de AMLO, que sigue en lo más alto de su cresta,
aunque desde la propia dirigencia nacional, no se ponen de acuerdo con las desavenencias y
falta de operación que de alguna forma están atrasando a los grandes programas de la
Cuarta Transformación con algunos desencuentros al no aprender a ser partido en el poder.
Los retos de Marlon, un “dirigente de escritorio”, de quien siempre se le ha visto como
alguien que nunca se ha ensuciado los zapatos, para aunque sea caminar por las colonias
populares del puerto de Veracruz, y que sin arrastre, y si con muchas situaciones negativas
en contra, asumió la dirigencia estatal en el salón Baalbek de Boca del Río, para nutrirlo de
presencia y calidez, cuando nunca antes fue así y en ese lugar que genera duda a los propios
priistas.
Los retos del joven dirigente priista son muchos, darle una nueva cara a un partido que
agoniza y en sus últimos estertores puede sobrevivir a su peor crisis en noventa años de
existencia, pero que dicen los que saben se deben de relanzar con reglas nuevas, y estatutos,
y principios, también.
Los jóvenes creen, que deben ser incluidos y que los duros priistas que ya se fueron a la
Cuarta Transformación por su tarjeta de los programas de bienestar, difícil será que
regresen, sino es porque les comiencen a dar de nuevo atole con el dedo, al tiempo.
Por lo pronto, con Marlon Ramírez, el último de los del jurasico, regresan al redil todos los
ausentes incluidos los que se habían aliado a Vía Veracruzana, los que están felices de
nuevo porque el famoso chaparrito, les abre las puertas, para firmar y fumar la pipa de la
paz en una autentica reconciliación a todos, buenos, malos y feos.
En este evento, los dirigentes de los vetustos sectores priistas de siempre, que no se han
renovado en ningún tipo de acción, los del campo, sector obrero y popular, sin presencia,
sin arrastre, sólo con nombre y con mucha saliva para gritar a veces impotentes, a que se
quieren unir a la Cuarta Transformación a encontrar un poco de agua a la sequia que existe
en todos lados. Pero no los dejan porque los de Morena, los conocen y no les dan paso y
menos les abren las puertas, y cuando alguien se cuela, en el camino los paran.
En la democracia de partidos políticos de este país, tienen la presencia de los que saben
vivir de las prerrogativas y siguen sin salir a vivir fuera del error, donde nadie aguanta
estar sin estar pegados a la jugosa ubre del poder, por los salarios millonarios y hasta de
manejo corporativo familiar o grupal, que hasta da para hacer partidos políticos nuevos, de
los que no tienen “llenadera”. Así las cosas.