
Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Los tiempos de crisis
Los que ganan mucho en la elite de la burocracia nacional se resisten al cambio, se trata de un promedio de 23 mil “servidores públicos” que obtienen salarios, bonos, prestaciones, seguros médicos, seguros de automóviles y hasta el pago de la sirvienta, chofer, personal de seguridad y todo lo que se acumule en la gruesa nomina de un país a punto de colapsar por el gran peso presupuestal de la costosa “servidumbre” del país, que en contraste con la población viven en la abundancia y la ostentación placentera de un paraíso que está a punto de llegar a su fin.
Las próximas medidas de austeridad y de reforma presupuestal, ya en vías de integración a puesto a temblar a miles de personajes encumbrados en cargos públicos en los tres niveles del gobierno federal, estatal y municipal, de empresas paraestatales, organismos públicos y todo lo que signifique vivir de la costosa ubre del gobierno que se está secando.
A todos los que no les gusta la propuesta del Peje tabasqueño encumbrado ya como presidente virtual y próximamente electo con más de 30 millones de votos de los mexicanos pobres y clasemedieros, que votaron por un cambio doloroso y hasta radical, pero necesario para quitar de la opulencia a miles de familias que son parte de beneficiarios de una revolución agotada.
Ahora, con una nueva revolución pacífica, silenciosa y apegada a la civilidad, dice un “hasta aquí”, a quienes se creen que pueden vivir como jefes árabes en un país que han hecho sentir a millones de mexicanos que es de tercer mundo, pero en donde las cúpulas del poder viven en la comodidad y en situación injustamente desproporcionada realidad entre un obrero que gana el salario mínimo con lo que no llega a los 2 mil 500 pesos mensuales y con esa cantidad vivir, les significa un deporte de resistencia y de habilidad para comer, transportarse, vestirse y pagar gas, luz y gasolina, más los estudios de los hijos, algo que es prácticamente imposible.
La nueva visión económica y presupuestal de lo que será el nuevo ejecutivo federal con el Congreso de la Unión en mayoría y con el respaldo casi total de los partidos políticos en pleno despegue y desarrollo, estarán votando por un cambio definitivo de las condiciones de un país de una enriquecida burocracia de los tres ámbitos gubernamentales que por fin entrará en una dimensión de realidad financiera a la que nadie por poderoso que sea, podrá ganar más de un promedio de los cien mil pesos mensuales que devengara salarialmente el próximo presidente de la nación.
Las percepciones de la costosa burocracia nacional rayan entre los 200 mil pesos al millones de pesos mensuales en muchos casos, con pagos hasta casi por respirar.
Los brincos y molestia de muchos burócratas, les propicia que anden trompudos y por lo mismo amenazan, como el titular del INE, Lorenzo Córdova, ministros de la SCJN y muchos más, que por ley se tendrán que someter y ajustar a la nueva realidad mexicana ya impuesta en varias naciones del orbe, como una gran necesidad para quitarles espacio y prerrogativas a quienes son parte de una voraz injusticia social muy lamentable, que está llegando a su fin, gracias a los cambios graduales de las naciones que mediante el voto se dan los cambios de rumbo en forma definitiva.
Que son medidas dolorosas quienes ya no podrán dilapidar los recursos públicos que por años se fueron otorgando de forma gradual pero masiva de salarios onerosos a quienes ganan como si se tratara de los países del primer mundo, pero con una población de más de 65 millones de pobres, a los que se harán llegar en distinta forma los recursos que antes se les negaron como consecuencia de la injusta realidad de este país. Y ahora les dirán a miles de burócratas: “Toma tu bono”. Así las cosas.