Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
AMLO hará “lo que mande el pueblo”
Las medias verdades de López Obrador lo hacen aún más peligroso en caso de que tengamos el desatino de elegirlo presidente.
Astuto como es, dice y repite en sus actos de campaña que él no va a perseguir a nadie cuando llegue a la presidencia (porque se da como ganador, sin haber pasado la prueba de las urnas).
No va a ser así. Lo dijo en una entrevista con El Universal cuando le preguntaron si va investigar judicialmente a Peña Nieto: “Los ciudadanos (lo decidirán). No va a ser iniciativa del presidente entrante perseguir al presidente saliente”.
Para nada importa su referencia a Peña Nieto, sino la filosofía que hay en su respuesta: va a perseguir a quien le pida el pueblo. El pueblo decidirá, y él cumplirá obedeciendo. Como en la masacre de Tláhuac.
Cuando tenga problemas para cumplir con todo lo que ha ofrecido -si gana-, “el pueblo” le va a pedir actuar contra los comerciantes que suben precios.
“El pueblo” le va a pedir que persiga a los críticos que expongan en los medios de comunicación el desastre de su gobierno y los desatinos de política económica en que va a incurrir.
También “el pueblo” le va a pedir que castigue a las empresas transnacionales como ya lo han intentado en carreteras y casetas del sur del país, en que bases de apoyo de AMLO no dejan pasar o saquean las mercancías de los tráilers de esas empresas.
¿O el presidente López va a mandar a la Federal a poner orden?
Va a hacer lo que le manda “el pueblo”.
Eso no ocurrirá en el primer año, sino cuando el cuento de hadas que ha vendido al país comience a mostrar su inviabilidad.
Veremos que “el pueblo” le va a pedir sacar al Ejército y a la Marina de las tareas de seguridad y la situación se va a descomponer aún más de lo que ya está, para beneficio de sus aliados que viven del narcomenudeo y el robo de combustibles.
Desde luego que “el pueblo” le va a demandar echar abajo toda la reforma educativa para volver a lo que teníamos antes.
Claro que va a echar abajo la reforma energética, porque “el pueblo” se lo va a pedir.
Va a pasar por encima del Congreso, sin importar que no tenga mayoría en ambas cámaras.
Por lo visto a algunos empresarios y sectores medios que lo apoyan ya se les olvidó con quién están tratando.
Creen que un par de frases conciliadoras de AMLO, para no asustar antes de los comicios, es señal de que “ya cambió”.
A ver, estando en el gobierno -si es que gana, porque no ha ganado en las urnas-, ¿a quién le va a hacer caso? ¿A las autodefensas armadas, a los cárteles del huachicol y a las pandillas altantes de trenes, o a la distinguida ministra Olga Sánchez Cordero, que estará por la aplicación de la ley?
Cuando la CNTE, la CETEG, normalistas y otros grupos radicales del magisterio destructivo marchen a la Ciudad de México para exigir el control de las plazas y de los recursos de la educación pública en los estados, ¿a quién le va a hacer caso? ¿Al “pueblo que lucha” o a la voz sensata de su posible secretario de Educación?
Los está engañando a todos.
Que le crea el que no lo conoce, o finja olvidar de qué personaje se trata el que quiere llegar a Palacio Nacional.
Con tal de alcanzar el poder, anuncia un gabinete débil pero con varias personas presentables que le van a durar lo que tarde en estallar la primera crisis de ira.
En la estrategia para llegar a la presidencia se cuelga hasta de Luis Donaldo Colosio, a quien cubrí en su gira por Tabasco cuando hacía campaña para evitar que ganara AMLO la gubernatura.
Hay memoria y algunos no lo quieren ver.
López Obrador es el mismo de siempre: un populista que carece de los más elementales conocimientos para gobernar un país y va a acabar como todos los populistas.
No será ningún satisfactor escribir dentro de un par de años: “se los dije”, cuando entremos en crisis económica, empeore la inseguridad y la polarización social lo haga aplastar a las instituciones.
Aún estamos en tiempo, porque no ha ganado.