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Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Transición para la recuperación
El México que deja EPN con los más altos niveles de pobreza, corrupción y de impunidad en la historia del país, serán parte del estigma que le perseguirá siempre a pesar de que intenta quedar con una imagen de demócrata y de sus tesis de percepción y realidad.
Con el desprestigio a cuestas le va a resultar imposible quitar el peso de la gran losa que cargará por el resto de sus días, como consecuencia de que también cargara con las culpas ajenas de los ex gobernadores corruptos y aunque todos en la cárcel, lo que se acumulé a un más a sexenio catastrófico, que radicaliza a pobres, ricos y políticos ahora que se impulsa a AMLO, y que evidencia ser el único ex priista en la contienda por la presidencia.
Por eso, no extraña que desde el PRI del hibrido José Antonio Meade, se le vaya a la yugular a Ricardo Anaya, al llamarle vulgar ladrón, en una expresión que el candidato priista “olvida que tiene lo suyo” y evidenciado pero desde los foros mediáticos se ha quedado en el limbo el tema de la “Gran Estafa” como una investigación periodística, perdida como consecuencia de los recursos públicos que se dice por más de siete mil millones de pesos se desviaron con las empresas fantasma y utilizando hasta algunas de las universidades públicas.
Con esto, Meade será el gran perdedor y aun se estará buscando el premio de consuelo a quien se autoproclama en “adalid” de la pulcritud de servidor público, que lamentablemente no puede esconder, y además algo tendrá que recibir de premio al prestarse a la pantomima de candidato presidencial inservible a una causa perdida, y que se pretende defender a pesar de que se trata de un sistema agónico y decadente.
Los electores se han dejado seducir por el avance “democrático” de AMLO y su Morena, pero que está siendo impulsado desde las instancias oficialistas, y en esto ha quedado evidenciado que las cúpulas del poder en el país, se tienen que doblegar a lo que viene, además de que el periodo que comienza López Obrador, es algo natural a un final de ciclo y comienzo de uno nuevo, nada más que similar.
Por lo mismo, a las estructuras nacionales después del 1 de julio, seguramente más conviene que estén sólidas y tranquilas a pesar del triunfo del candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, arriba en las preferencias electorales, y que al más viejo estilo priista ahora quiere llevarse el carro completo en esta elección, a fin de contar con un poderosísimo modelo de ejecutivo federal, en donde se verá que pretenda disponer de vidas y bienes de los mexicanos y hasta de los residentes extranjeros en este país. Aquí el modelo debe ser acotado y para esto es la lucha electoral sin apasionamientos.
El capricho de dotar a Morena y AMLO de una presidencia o mejor dicho de un sistema agotado, es natural para dar paso a la cancelación de los partidos ya viejos y cansados octogenarios en la brega de varias décadas al servicio del país.
López Obrador, tendrá que bailar con mucho cuidado con la más fea, y por lo mismo primero el deber de la reconstrucción nacional para dar viabilidad a todos y más que nada a los de la actual y futura generación, con pleno respeto al servicio civil de carrera y de dialogo con los adversarios políticos aunque le cuesta trabajo la relación con las antagonistas.
Este mismo modelo, de transición es el que se dio en Veracruz con Miguel Angel Yunes Linares, que sacó con el apoyo de la sociedad civil al viejo PRI y sus aliados del palacio estatal, y después de que puso a navegar el barco que estuvo a punto de zozobrar, los que lloran por las cuotas de poder, son los que ahora condenan que la entidad opere casi al cien por ciento, después de la catástrofe financiera generada por Javier Duarte.
AMLO ya despacha como presidente de este país, lanza amenazas y ofrece acuerdos, decide por todos y se olvida de la división de poderes, además de cancelar de forma adelantada la famosa reforma educativa, olvidando que existe un congreso federal.
Simplemente, siente que ya maneja el barco y lo pone a zozobrar peligrosamente, aun más en las turbulentas aguas de la política y la economía, a la que se ha sometido después de ser un país rico en recursos, pero agotados al máximo en la dilapidación oficial, a causa de la perdición de los políticos que se han sentido en dueños del destino, como se ve sucederá en los próximos años.
De lo que viene, nada de adivinanzas, ni especulaciones, menos predicciones, a todos conviene que el barco lo lleve por buen puerto y lo libre de los mares procelosos a pesar que de operar un cayuco ahora le dejen un trasatlántico: decálogo de don Quijote a Sancho.
Sancho: hijo, atento este tu catón, que quiere aconsejarte, y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto de este mar proceloso dónde vas a engolfarte, que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones…Así las cosas.