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Subestimar la complejidad
YUNES, EL BUENO
Llegó el mes de marzo. Los días se deshojan rápidamente del calendario. Se avecinan intensas campañas político- electorales; días para echar toda la carne al asador.
A la vuelta de la esquina están la Guerra sucia, el lodazal y las contra campañas.
Por eso Pepe Meade integró, tan pronto pudo, su equipo de trabajo donde hay de todos colores, olores y sabores.
Para la estrategia mediática, el cumpleañero (49 años) armó una estructura que combina a ex funcionarios de la presidencia y consultores externos.
Hay políticos hasta del Jurassic Park, como Augusto Gómez Villanueva, Enrique Jackson y Heriberto Galindo.
Meade, envió un mensaje directo a sus adversarios: “Con estos hombres rebasaremos las propuestas populistas, falta de experiencia y fortunas inexplicables”.
Y, en Veracruz, su tocayo Yunes, el bueno, está echado para adelante; no da un paso atrás.
Tiene la mirada puesta en la contienda electoral.
Sabe que los tiempos políticos no son favorables para el tricolor y que los ciudadanos sufragarán por el candidato, más no por el partido.
No es de discursos estridentes, pero sí el mejor en propuestas y, desde luego, el más experimentado.
Las encuestas empezarán a fluir con mayor frecuencia, y José Yunes Zorrilla inicia su trote electoral con gran condición física.
La empresa encuestadora Massiva Caller realizó en días pasados una medición que lo coloca en segundo lugar (26.1%), muy cerca del puntero.
Empate técnico dirían los especialistas.
Cuitláhuac García lidera la contienda (26.8) gracias al trabajo político de su mentor.
Él es, simplemente, un “cachador” de simpatías.
Un candidato sin carisma, sin propuestas y sin presencia política.
Además, sin equipo y sin dinero.
Y en tercer sitio aparece Yunes Márquez (20.7), ex alcalde de Boca del Río, quien está blindado por la estructura del gobierno estatal.
Pepe, se posiciona sensiblemente en la preferencia de los electores que conocen su trabajo como servidor público.
Saben que es conciliador.
Saben que es respetuoso.
Y gran gestor.
No se sube fácilmente al ring para “tirar golpes” sin ton ni son, pero si es necesario, se pone la camiseta de peleador técnico.
Elige el diálogo, al golpe bajo.
Prefiere gestionar recursos para la clase más necesitada, que estar calentando el escaño en el Senado.
Es un político serio con sólidas relaciones en el gobierno federal.
El “golpeteo” de sus opositores no lo daña porque tiene una coraza férrea, casi espartana.
La guerra sucia no lo espanta y el calificativo de “tibieza” que le endilgó una ex diputada huasteca, le da risa.
La más preocupada es la autora de ese chascarrillo motivo por el cual sufre de severas pesadillas.
A Pepe, por su reciedumbre moral, no se le da el “Chapulineo”, tan de moda en la coalición Por México al Frente y en MORENA.
Son más sus fortalezas que sus debilidades.
Es ecuánime y calculador.
Es un candidato alejado de los escándalos de corrupción en su entorno y desde luego en lo personal.
No es un político que vocifere a los cuatro vientos descalificando a sus adversarios con mensajes peyorativos.
Es Yunes, el bueno, que conjuga la constancia, decencia e inteligencia.
Un gestor incansable, ajeno a la estridencia. Lo suyo es el trabajo, sin hacer alarde de sus acciones.
Ya tiene en su escritorio las propuestas de gobierno para erradicar la problemática que agobia a la entidad.
Dará prioridad a combatir la violencia desatada que tanto lastima a los veracruzanos, y que representa el principal cáncer que debe eliminar Yunes, el bueno.
Le siguen la corrupción, la impunidad y el desempleo que provocaron el hartazgo de la sociedad hacia los partidos políticos.
Pepe conoce la situación en que se encuentra Veracruz, por ello ya tiene la medicina para curar esa terrible enfermedad crónica.
En estos días dará a conocer los nombres de quienes integrarán su equipo de campaña política.
Habrá sorpresas.
La designación del delegado del CEN del PRI, José Antonio Rojo, procedente del estado de Hidalgo, es una clara muestra de que el tricolor va con todo para competir y ganar la elección.
La pasión política no propicia cordura ni tolerancia.
Y Pepe lo sabe muy bien.