Ricardo Alemán/Itinerario político
La política y los que no se llenan
El desconcierto y la zozobra son parte de los elementos que comienzan ya a correr en la guerra sucia mediática que se pretende ver en forma por demás normal, en la entidad más politizada del país como lo es Veracruz, en donde la rumorología, chismes, ataques y todo tipo de linduras se da como parte del día a día, de los que no descansan y que se destacan en las redes sociales como una acción que busca desprestigiar más que construir.
Entre los que se fueron y los que llegaron, los que están y no están, pero se muestran normales en el acontecer políticos se pretende de alguna forma abonar a las causas perdidas, infructuosamente ya en el fin de un ciclo, que se pretende revivir en aras de subirse de nuevo a una ola que dejó en la bancarrota a las finanzas estatales en niveles históricos y que ya nadie quiere que se vuelvan a repetir.
Pero, los operadores mediáticos que se acomodan en las bolsas de algunos políticos encumbrados con sus comisiones legislativas, deambulan en los cafés y restaurantes en su intención de subir adeptos a una causa que por más que cierren los ojos, saben que en la democracia se tiene que luchar hasta con la propia sombra, que es la más peligrosa cuando tienen poder y presupuesto.
El “aplausometro” en el más bajo nivel, que ahora se convierte en el desprecio de la gente para quienes andan nerviosos y permanecen en la obstinación y obcecación natural de que una vez más como sucedió en la pasada elección estatal, “en el río revuelto ganancia de pescadores” de nuevo vuelven con la intención de sacar jugoso provecho económico.
Y en la lógica que ya no es tan lógica a veces, todos los partidos políticos de la entidad más politizada, estarán buscan dividir, fraccionar y pulverizar el voto para la causa presidencial que será “diferenciado” entre unos y otros, que buscaran entre presidencia, gubernatura, diputaciones locales federales y senadurías, aunque no entienden que de la gubernatura de Veracruz, aun estarán a varios años “luz” de recuperar el poder y por lo mismo todos van por la grandota.
En la percepción de la gente, de los ciudadanos de a pie, sí de los que caminan a ras del suelo y en el diario peregrinar saben de la carestía de la vida y a los del gran cordón de miseria y pobreza, que pueden soportar todo, casi todo.
Pero son, los más estoicos en estar alejados del consumismo, sí del materialismo que agobia a los clase-medieros que se encaprichan, se molestan, se agüitan y hasta se estresan, llegando al nivel de la depresión, a causa de su obsesión de ser y de estar pegados a una gigantesca ubre como la de muchos políticos, porque vive bien, y no están entre los millones de quienes saben que no pueden comprar un celular, una pantalla de alta tecnología, una lavadora, una estufa o un refrigerador, al estar acostumbrados a su destino de vivir en la necesidad y la ausencia de los bienes materiales que los menos de este país, le encanta pagar con las tarjetas de crédito o de débito, pero que son felices en su condición de anhelo y de esperanza.
La gente ya no quiere gritos y sombrerazos en los tiempos electorales, que tampoco de que se llegue la sangre al río en aras de una ambición desmedida por poder político.
Los políticos en desgracia, mejor que se pongan a trabajar y dediquen tiempo al altruismo, pero alejados de los reflectores y no busquen seguir haciendo mal como en el pasado.
Entre los de la “casta divida” paridos por los dios, deben entender que la gente quiere vivir en paz y por lo mismo que se dejen de llevar agua a sus secos molinos moviendo la cultura del chisme y la denostación como otrora se hacía hace algunos años. Ese ciclo ya llegó a su fin, pero no lo acaban de entender.
Y como dice uno de los más clásicos refranes en estos lares, “no hay peor lucha que la que no se hace”. Aunque les surjan hasta los recordatorios maternales gratuitos de quienes se molestan por la osadía de los que no tienen “llenadera”. Así las cosas.