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Ahued…
EL INCÓMODO
Ricardo Ahued Bardahuil se negaba a trotar por los caminos sinuosos de la política local.
Fue Reynaldo Gaudencio Escobar Pérez quien, en torno de una convivencia privada, lo convenció para contender por la presidencia municipal de Xalapa.
Con el apoyo de la maquinaria pesada del PRI, el empresario dio sus primeros pasos por los recovecos del mundo político.
Alcanzó la presidencia municipal con más de 78 mil sufragios, convirtiéndolo en el alcalde con mayor apoyo popular.
Desde entonces sembró una imagen responsable de trabajo que pervive en la población.
El ladrillo de la soberbia no lo mareó.
Lo caracteriza la sencillez; además de ser un personaje alejado de los escándalos, la frivolidad y el morbo.
¡Siempre con los pies en la tierra!
Que se sepa, nunca se ha metido en un berenjenal que lo coloque en una situación adversa.
No se le conocen nexos con la corrupción ni la impunidad.
Y menos con la cofradía de la mano caída, la pederastia o la infidelidad.
Antes de soltar un mensaje crítico, lo analiza, razona.
Y sabe cuándo poner el dedo en la llaga para provocar dolores intensos en la cúpula endeble del poder.
Por eso, con los pelos de la burra en la mano, declaró durante la administración duartista, que hasta el más “idiota” funcionario tiene un avión.
¡Y no se equivocó!
Como legislador se convirtió en poco tiempo en el gestor incómodo del PRI, pues nunca se sujetó a la línea que dictaban los jerarcas de ese partido.
En San Lázaro, votó en contra del incremento del IVA, lo que hizo encabronar a la militancia de su partido.
“Desde que fui diputado federal traigo un voto contrario a las disposiciones de mi partido, entonces ya es incómodo para mí transitar por ahí”, reflexiona.
No se anda por las ramas; va a la raíz de los problemas.
Es de los pocos que dan resultados en las urnas en una contienda local donde el PRI tiene mala fama, es incómodo y, además, despide olores fétidos.
Por eso atraen las expresiones irónicas de Renato Alarcón Guevara, hacia el empresario próspero.
Tuvo la osadía de tacharlo, entre líneas, de traidor y mal agradecido.
Crece el asombro cuando le reprocha los cargos de elección popular logrados en 14 años de militancia priista.
Y lamenta que hasta hoy se dé cuenta que le resulta incómodo ser militante del tricolor.
“Le dimos la oportunidad de representarnos y confiamos en él”, remata el acérrimo adversario de Elizabeth Morales, delegada de la PROFECO en la entidad.
El tal Alarcón, trepado en el ladrillo de la arrogancia y prepotencia, recrimina que Ahued exprese a los cuatro vientos “haber estado equivocado” durante las encomiendas públicas que le dio el tricolor.
El estólido presidente del PRI en un tono amenazante exige al empresario definir su situación política.
Parece advertirle: ¡O con melón o con sandía!
Alardea al señalar que aún no ha pensado en su expulsión, en caso de que aspire a un cargo de elección popular por MORENA.
No hay mayor necedad que la soberbia.
Desde su asunción a la presidencia del PRI, se anticipaba su impericia en esa posición, si bien se sabía que las decisiones de fondo se las dictaría el verdadero jefe.
El estado de Veracruz vive un proceso de tensiones exacerbadas, perturbado por la corrupción, la impunidad y la inseguridad pública.
A lo anterior hay que sumar el próximo escenario electoral, donde el PRI deberá renovar a su dirigencia para enfrentar una de las más reñidas contiendas: la gubernatura.
Para muchos el tricolor está en decadencia; para otros el instituto recibió respiración de boca a boca. Revivió.
Ley inexorable de la vida es su extinción, su decadencia.
Dentro del tricolor hay dirigentes sin poder de convocatoria, sin luz propia, sin propuestas propositivas y su futuro no es halagüeño.
Hoy el electorado se inclina más por el perfil de un candidato que por el partido. Y Ahued es una garantía por cualquier instituto político que lo postule.
Por eso, el mandamás de Los Pinos piensa en la trayectoria de Mead (para la grande) y la eficiencia y honorabilidad de Pepe (Veracruz), quienes tienen un posicionamiento y una fortaleza entre el electorado.
En tanto, Ricardo Ahued, puntualiza: “No he decidido si he de participar o no…reconozco que hay una crisis profunda en la credibilidad en los partidos políticos…”