Acercan Ciencia y Tecnología a estudiantes de sectores marginados
TIERRA BLANCA, Ver., 14 de agosto de 2017.- Con 103 años, don Francisco Quiahua Tecpile se ha convertido en el estudiante más longevo en Veracruz y quizá de todo México. Originario del municipio de Astacinga, vive en la comunidad El Cimarrón, del municipio de Tierra Blanca, donde comenzó a estudiar su Primaria en el Instituto Veracruzano de Educación para Adultos (IVEA).
En octubre cumplirá sus 103 años y aún trabaja y tiene ganas de estudiar para poder leer y escribir su nombre. Fue personal del IVEA que llegó a las comunidades de Tierra Blanca quien localizó a don Francisco y lo invitaron a formar parte del programa de alfabetización a nivel nacional para abatir el rezago educativo.
Al momento de solicitarle sus documentos, descubrieron que su acta marca el 4 de octubre de 1914 como su nacimiento, y este 2017 cumplirá sus 103 de vida. Las condiciones económicas de su comunidad no le permitieron estudiar, por lo que creció y formó su familia sin aprender a escribir su nombre.
“En donde vivía sí llegaban los maestros, pero éstos se iban porque no había ni luz ni agua, además de que a algunos los mataban, por eso no estudiamos, de ahí nos tuvimos que salir a trabajar, porque si no, qué comíamos”, relató Francisco Quiahua.
Personal del IVEA ya le hizo llegar sus guías de estudio y a través de un tutor solidario aprenderá a escribir.
“Don Francisco no sabe leer ni escribir ni agarrar un lápiz, mi objetivo es enseñarle que aprenda a escribir su nombre completo y apellido, esa es su ilusión, terminar su Primaria, más que nada, es un gran ejemplo para todas las personas, es un orgullo verlo”, explicó Pedro del Valle, asesor solidario del IVEA.
Actualmente don Francisco Quiahua tiene muchas carencias, ya que en su humilde hogar no cuenta con energía eléctrica, apenas y gana en el campo lo suficiente para comer y vive de la caridad.
Esta situación no ha mermado sus ganas de estudiar, algo que muchos jóvenes no contemplan e incluso se salen de las instituciones educativas por creer que al interior de los colegios no aprenderán nada.
El patio de su vivienda se ha convertido en su salón de clases, donde saca sus libros y comienza a aflojar sus dedos. Ya hizo sus primeras letras y espera que en un año y medio pueda terminar su Primaria.