Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
* ¿Y la cargada?
Este lunes se estará registrando Héctor Yunes Landa como precandidato a la gubernatura de Veracruz por el PRI.
Será el único que lo haga.
El compromiso de Manlio Fabio Beltrones, dirigente nación al priista, de llevar un candidato “de unidad” en Veracruz, habrá de cumplirse, al menos en las formas.
Los sectores y organizaciones del tricolor se han estado pronunciando por Héctor Yunes, pero no se perciben esas expresiones estentóreas de júbilo, ni se siente aún el estruendo de la maquinaria electoral del PRI y del gobierno estatal.
Todo parece detenido, frenado.
Hay rumores, versiones no confirmadas, que sugieren que Javier Duarte y Héctor Yunes siguen sin ponerse de acuerdo, y el primero mantiene contenida a la estructura del partido hasta que se acepten sus condiciones.
Héctor Yunes, por su parte, se resiste a llegar maniatado a la campaña. Sus principales banderas, sus más fuertes propuestas de campaña están vinculadas al combate a la corrupción y a acabar con la impunidad. No puede prometer eso y a la vez levantarles el brazo a candidatos a diputados locales con fama de rateros, algunos, incluso, señalados por la Auditoría Superior de la Federación.
No puede permitir, tampoco, que sea Javier Duarte quien le arme el Congreso local. Para un período tan breve de gobierno, requiere de legisladores leales a él y a su proyecto.
No cesan, tampoco, los rumores sobre la reapertura de expedientes en poder de la PGR en contra de altos mandos del gobierno. Por otra parte, los recursos que esperaba la administración estatal desde el mes de diciembre, han ido llegando tarde e incompletos, lo que provoca que se sigan dando manifestaciones de protesta y reclamos públicos por la falta de pagos.
No es ese el ambiente más favorable para que Javier Duarte se decida a respaldar, con estructura y dinero, la campaña de Héctor Yunes.
Y en el centro de este conflicto, la palabra empeñada de Manlio Fabio Beltrones con el Presidente Enrique Peña Nieto: “En Veracruz el PRI irá unido y saldrá victorioso”.
Entre si son peras o manzanas, Héctor Yunes no se duerme en sus laureles. Sabe que cuenta, sin restricción alguna, con la estructura de su compañero y amigo Pepe Yunes, por lo que construye con ellos, y con Alianza Generacional, un proyecto de campaña que habrá de privilegiar los medios masivos de comunicación, por encima de los tradicionales mítines multitudinarios.
Para hacer llegar su mensaje, el candidato tricolor anticipó que recurrirá a encuentros en los parques públicos de cada pueblo, con invitación abierta mediante perifoneo, para que no le contabilice el órgano electoral gastos por acarreo.
Insiste en que serán las encuestas las que definan a los candidatos a diputados, pero advirtió que aquellos que tengan “negativos” (esto es, fama de ladrones o corruptos) serán rechazados, lo que ha sido tomado como un mensaje para miembros del actual gabinete estatal que ya se sentían con la candidatura asegurada.
El ambiente se percibe tenso y ojalá lo platicado este fin de semana haya servido para destrabar los acuerdos. El registro mismo, o la confirmación el martes de la candidatura, pueden servir como señal de arranque para que ahora sí se escuchen retumbar los tambores de guerra.
A nadie en el PRI conviene, pero menos a Javier Duarte, que Héctor Yunes tropiece. Ya debe dejar de soñar en que alguno de sus “independientes” pueda de salvarlo. Ya hoy sólo queda de una sopa y, aunque no le guste, habrá de tragarla sin hacer gestos.
Así es esto de la política.