Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
* Las mulas de mi vecino
Inclusión y unidad. Esas fueron las premisas que puso sobre la mesa, en el rancho San Julián, el dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones.
Ese fue el mensaje para los que aspiran. Ese fue el mensaje, también, para quien recibió la encomienda de sacar adelante la sucesión en Veracruz.
Inclusión.
En la contienda interna deben tener cabida todos los que aspiran. No caben el sectarismo o la intolerancia. Amadeo Flores Espinosa, experimentado político que ha vivido momentos similares, lo supo interpretar muy bien, cuando dijo: “Veracruz no es la patente política de grupos; Veracruz no tiene dueño, Veracruz nos pertenece a todos”.
Amadeo sabía a quiénes se refería cuando plasmó las características de Vía Veracruzana, la organización cuya fundación él impulsó hace 18 años:
“No somos producto de la casualidad, ni de la improvisación, de cédulas ficticias ni de padrones imaginarios, ni asomamos el rostro sólo al calor de los procesos electorales. Vía Veracruzana es fuerte porque respeta la diversidad y reconoce la pluralidad; porque sabe convivir sin egoísmos. Vía Veracruzana es una organización política que no chantajea con falaces heroísmos políticos”.
Inclusión es el tema.
El nombre de Amadeo Flores Espinosa volvió a surgir desde la tarde del pasado miércoles, cuando se filtró el rumor de que el próximo domingo asumiría la dirigencia estatal del PRI, en sustitución de Alberto Silva. Un borrego, uno más de los chismes que se hacen circular en las redes para generar confusión.
Este domingo en el puerto de Veracruz, poco más de 600 delegados priistas habrán de definir el método para la selección de candidatos para los procesos electorales del próximo año.
En el caso de los que aspiren a ser diputados locales, se aplicarán dos fórmulas. La primera será mediante la convención de delegados, y la otra –con el fin de cumplir lo que las leyes establecen en materia de equidad de género- a través de la designación directa.
Para la candidatura a Gobernador, aplicará –como siempre- la convención de delegados.
En todos los casos, los que aspiran a una candidatura deberán firmar un documento en el que acepten ser investigados por una comisión partidista.
Se revisará la situación económica de cada uno de ellos, el origen de sus propiedades y sus relaciones, para evitar que sean abanderados candidatos que estén vinculados con el crimen. Podrán ser sometidos incluso –si lo considera pertinente la comisión- a exámenes toxicológicos.
Una vez aprobados los métodos de selección de los candidatos, lo que tocará será esperar a que el Comité Ejecutivo Nacional del PRI emita la convocatoria correspondiente
Unidad e inclusión. Premisas que todos los que aspiran han tomado como bandera.
Lo que no se vale es aplicar aquella frase tan mexicana: “Hágase la voluntad de Dios en las mulas de mi vecino”.
No se vale demandar inclusión y limitar la contienda interna a un acuerdo exclusivo. No se vale exigir reglas claras y a la vez resolver la sucesión “en lo oscurito”, rechazando cualquier otra opción que no sea la propia.
Los senadores José y Héctor Yunes son, sin lugar a dudas, dos muy buenas cartas del priismo veracruzano, pero no son las únicas. El hecho de que se asuman como las “únicas dos sopas” no abona a la unidad de los priistas, requisito indispensable para superar la elección del próximo año.
Quienes se empecinan en violentar el llamado a la inclusión, quienes bombardean las convocatorias a la unidad, en realidad tienen otro objetivo: Pretenden boicotear el proceso interno del PRI y provocar su caída en las próximas elecciones, en beneficio de sus propios intereses, que desde hace tiempo están fuera de ese partido.
Sólo la congruencia de los principales actores políticos, y la voluntad de la militancia, habrán de impedir que fuerzas oscuras atenten contra los cimientos de esa organización política, que en Veracruz ha sabido sumar la voluntad de las mayorías y mantenerse en el poder.
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