Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Cambia el escenario
En el primer círculo del poder en Veracruz se comentan un par de datos con los que pretenden confirmar su apuesta:
Nunca en la historia de Veracruz, alguien que haya pasado previamente por el Congreso local fue Gobernador. Además, nunca ha llegado a Gobernador alguien que antes haya sido derrotado en las urnas.
¿Seguirá siendo así?
Y es que lo que ha trascendido en los últimos días es que “el pastel no alcanza para los dos senadores”.
Aquel que aún puede competir, tendrá además la oportunidad de elegir: O toma ahora la rebanada pequeña, o se espera un par de años y se hace de la tajada grande.
La decisión de Javier Duarte de participar personalmente en su propia sucesión, terminó por modificar el escenario que habían construido Pepe y Héctor Yunes, para repartirse, por cualquier método, las dos próximas gubernaturas.
Hoy ya uno de ellos está afuera y tampoco le alcanza el tiempo para buscar la tercera rebanada de ese apetitoso pastel, en el 2024.
Habrá quien le recuerde al senador sobreviviente aquel dicho que reza “más vale pájaro en mano que ver un ciento volando”, pero otros, sabedores de su potencial, le recordarán otra frase: “La paciencia es un árbol de raíces amargas, pero de frutos dulces”.
Como bien han dicho los más diversos analistas, la decisión se tomará en el centro, pero el mensaje de Manlio Fabio Beltrones, dirigente nacional del PRI, ha sido muy claro: El candidato debe salir fortalecido por la unidad del partido, y los que no salgan elegidos deberán demostrar disciplina y lealtad a la institución que los ha formado.
Y es que todos dicen respetar el máximo jefe del Poder Ejecutivo, pero han basado sus campañas en denostar su trabajo, han cambiado la propuesta por la diatriba, y si asegurar, sin pruebas, que existe corrupción en el actual gobierno no es faltarle el respeto al Gobernador, entonces habrá que revisar el concepto de dicho término.
En este mismo espacio se habló de que el nuevo dirigente tricolor no llegaba a prepararle el camino a nadie más, sino a él mismo. Ya inició su recorrido por toda la entidad y a diferencia de los senadores, en cada evento, en cada encuentro con la militancia priista, resalta los logros del mandatario estatal, quien a final de cuentas será el que patrocine la campaña de su sucesor.
Gobernar dos años a partir del 2016, o construir los amarres para garantizar la participación en el 2018, en pos de una gubernatura de seis años, esa es la disyuntiva de uno de los senadores priistas de Veracruz.
La decisión ya no la tomará a partir de sus propios gustos e intereses, sino como parte de un proyecto mayor, el de la sucesión presidencial dentro de dos años. Se trata de definir dónde y cómo le sirve más al amigo, al aliado, en la construcción de su propio proyecto.
A final de cuentas, la gubernatura no es la vida, y si no se dan las condiciones, ya habrá otros espacios, otros retos y otras metas qué alcanzar.
No se trata de llegar por llegar, sino hacerlo con la convicción y la fuerza necesarias para convertirse en un gran aporte para los veracruzanos.
Lo demás es pura vanidad.