Azcárraga y Televisa, una historia criminal
Peña quita y pone porque puede
Interesante. El lunes, Héctor Aguilar Camín, en su columna “Día con Día” (“Poder y sucesión: el poder”) apuntó que en pocos momentos la fuerza pura de la política es tan clara como cuando un Presidente cambia a sus colaboradores. “Es un acto puro de dar y quitar poder”. Argumentó: “Lo hace por la más dura de las razones políticas: porque puede, porque tiene la facultad de decir quién va a tener poder y quién va a dejar de tenerlo”. Con los movimientos que hizo Peña Nieto la semana pasada, expresa, hay nuevos precandidatos presidenciales. Concluyó: “La ampliación del juego en un solo golpe de mano recuerda también a todos que, por desgastada que esté o parezca la figura presidencial, hay poderes que conserva intactos, que sólo él puede ejercer y no comparte con nadie, en particular con los adivinadores de sus intenciones”.
Ayer martes, continuó sobre el tema. Con el mismo encabezado, dijo que si algo ha demostrado Peña es que no responde a las encuestas ni a las opiniones de los comentócratas, sino que juega su propio juego “al que nadie tiene entrada”. Señala: “Se ha revelado una tarea ociosa exigirle cambios o adivinar sus intenciones”, y pone como ejemplo que nadie anticipó sus recientes decisiones en la prensa.
Para mí, Aguilar Camín es un analista serio, además de excelente escritor. Siempre me ha parecido muy centrado, y por eso, creo, no puede desestimarse su observación, pero, además, los hechos lo avalan. Me pregunto si Peña es uno el que dibuja Aguilar Camín en sus artículos y si será otro a la hora de decidir las gubernaturas el próximo año, entre ellas la de Veracruz. A mi juicio, es y será el mismo, y su poder, el de dar y quitar poder, lo conserva intacto y lo va a ejercer sin compartirlo con nadie. Y su intención, sólo él, y nadie más que él, la sabe. Por eso, no valdrán encuestas ni lo que digamos los columnistas y articulistas, menos los panegiristas de los aspirantes, pero tampoco, eso creo, el propio gobernador Duarte. El próximo candidato del PRI será el que él quiera, el que mejor esté en su ánimo porque lo considere el más idóneo, el que responda mejor a la circunstancia por la que atraviesa el estado. ¿Quién? Ya no tarda mucho en que lo sepamos.
Otro detalle que observaron el periódico El Financiero, Joaquín López Dóriga, así como otros columnistas de medios de la capital del país, es que el ajuste que hizo en su gobierno el jueves pasado se trató más bien de un relevo generacional. El mexiquense optó por más jóvenes, se vio que ha decidido apostar por los más jóvenes.
Lo documentó El Financiero en su nota sobre los cambios el mismo jueves 27 de agosto: Los siete titulares de secretarías que cambiaron tenían en promedio 58.2 años, mientras que con los que asumieron los cargos es de 46.8, una reducción de 11.4 en la edad promedio.
Peña envió a Enrique Martínez y Martínez, Emilio Chuayffet, Monte Alejandro Rubido y Jesús Murillo Karam a que celebraran en sus casas un día después, el viernes 28, el Día del Adulto Mayor, que muchos traducen como el Día del Abuelo.
López Dóriga, ayer en su columna “En Privado” (“Calendarios y edades”), apunta que no sólo movió a los titulares de siete secretarías, sino que “hizo un ajuste generacional, si vemos las edades de los salientes: Jesús Murillo, 67 años; Emilio Chuayffet, 64; Juan José Guerra Abud, 63, y Enrique Martínez, 67; promedio, 65, contra la media de 46 años de los que llegaron, Enrique de la Madrid, 52; Aurelio Nuño Mayer, 37; Rafael Pacchiano, 39, y José Calzada, 51” (se le olvidó enlistar a José Antonio Meade, 46).
En el caso de los aspirantes más fuertes del PRI a la gubernatura del estado, el senador Héctor Yunes Landa va a cumplir el próximo 27 de septiembre 57 años de edad. Nació en 1958. Su homólogo José Francisco Yunes Zorrilla cumplirá el 25, también de septiembre, 46 años. Nació en 1969. Pero, claro, no son colaboradores del Presidente, aunque como Manlio Fabio Beltrones dijo que como dirigente nacional del PRI no va a haber sana distancia con Peña y que va a consultar todo con el mexiquense, ¿le irá a plantear la diferencia de edades en el caso de Veracruz?
Uriel fue un buen diputado
La noche del lunes, Uriel Flores Aguayo pegó el siguiente texto en su muro de Facebook:
“Por medio del Facebook me dirijo a mis amigos virtuales para comentar lo siguiente: ha terminado mi encargo como representante popular de Xalapa, diputado federal por el distrito 10; el reciente 16 de agosto rendí mi tercer informe, que resultó una especie de resumen de los tres años que trabajé en y desde San Lázaro; son documentos que están a disposición de quienes se interesen y que he intentado difundir de muchas maneras; no alcanzan mucha sonoridad ya que son, estrictamente, informes y no tienen que ver con plataformas de destapes electorales y publicidad pagada con recursos públicos o de patrocinadores.
Hice mi mayor esfuerzo para representar fielmente el mandato dado por mis electores, en los votos, posiciones, conducta y gestiones. La evaluación corresponde a los ciudadanos. Mi aportación concreta es una forma sencilla y seria de hacer política, en contraposición a los estilos tradicionales y continuistas.
Espero no haber defraudado la confianza que se me dio y recibir la comprensión popular. Intenté ser digno de su voto y cumplir un claro y contundente mandato expresado en alrededor de 75 mil votos. Mi deber fue con esos ciudadanos. Continuaré en la vida pública, en labores sociales y políticas, con acento ciudadano; para mí la lucha por un país mejor no depende de cargos o dinero, al contrario, es cuestión de convicciones y una forma de vida. Toda injusticia social me atañe, me inspira una ruta democratizadora e igualitaria. Lo que pueda aportar por un México, un Veracruz y un Xalapa más seguros, justos, dignos, humanos, libres, honestos y con futuro, lo haré firmemente.
Me despido de ustedes reiterándoles mi aprecio a su apoyo, a sus críticas y, sobre todo, a la confianza que me han brindado”.
De Uriel, quien llegó a la diputación por el PRD, lo único que se puede decir es que fue un buen representante popular y que nos representó dignamente. Desde el inicio de su gestión marcó la diferencia: se negó a recibir el pin de oro, un símbolo de ostentación y de uso y abuso de poder del viejo sistema político mexicano que ya no cabe en los tiempos actuales. Nunca supimos que abusara del poder. Por el contrario, se dedicó a trabajar por sus representados, nosotros, gestionando y bajando recursos económicos que ejemplarmente entregó al Ayuntamiento de Xalapa, no obstante que lo preside un priista, y que Américo Zúñiga bien aprovechó para hacer obra pública que conjuntamente fueron inaugurando en actos en los que Américo, en una actitud de honestidad política, nunca le regateó reconocimientos por ello y quien ante colonos y xalapeños beneficiados dijo que tal o cual obra se había hecho con su apoyo.
Ante tanta mediocridad, ante el uso y el abuso del poder para provecho personal, ante tanta corrupción e impunidad, sólo merece el reconocimiento ciudadano y se le desea éxito en las empresas políticas, sociales y personales que emprenda.
¿Cuántos de los diputados salientes del PRI podrán decir lo mismo que él? Ni siquiera tuvieron el detalle de agradecer al electorado haberlos llevado a disfrutar de las canonjías que da el poder aunque nunca hicieron nada por sus representados.