Carlos Ramírez/Indicador político
Gobernar es comunicar
No hay mejor forma de reducir o terminar con los rumores o mala información que atreviéndose a comunicar. En tiempos de crisis o no, siempre será mejor utilizar las herramientas de la comunicación que evitarla bajo cualquier argumento. La mayoría de los problemas que enfrenta un gobierno se solucionan comunicando lo más rápido posible, entre más tiempo se postergue la versión de cualquier hecho, más habrá que explicar, y por ende, más tensión habrá.
En estos tiempos donde los medios de comunicación, incluyendo ahí a las redes sociales, corren a velocidades de miedo, lo peor que se puede hacer en materia de comunicación es reaccionar lento. Hoy en día, la pasividad en estos menesteres es inversamente proporcional al daño que se deba sanar. A más tiempo, más por explicar.
Imagine una superficie donde cae ácido, entre más tardemos en limpiarlo, más corrosión dejará, y claro, más habrá que limpiar o intentar limpiar. Eso ocurre en cuestión de trabajo comunicativo. Todo personaje que sea figura pública relevante siempre estará expuesto a rumores, descalificaciones e improperios, muchos de ellos sin fundamentos, y aunque algunos fueran verdad, incómodo o no, nunca habrá mejor método de combate que comunicar.
Ahora bien, en tiempos de crisis, lo único validado para retrasar una comunicación es la definición del mensaje. Mientras no se tenga claro lo que se va a decir y los fundamentos aclaratorios, más vale esperar unas horas a ser víctimas de nuestra propia premura. Sin embargo, la rapidez cuenta mucho para contrarrestar la necesidad informativa de los medios y opinión pública, por ello, en estos casos, no es necesario salir con todo el mensaje, pero sí con una parte fuerte que tenga principio y fin, que aclare algunos panoramas, mientras se piensan las siguientes respuestas.
Siempre celebraré atacar de manera frontal los problemas de comunicación haciendo lo mismo, comunicando. Sea boletín de prensa, comunicado, entrevista banquetera, rueda o conferencia de prensa, el arrojo por comunicar siempre será mejor visto por la opinión pública, los vacíos sólo alimentan los rumores.
Nuestra sociedad ya vive en la desconfianza, en la incredulidad. El debilitamiento en la veracidad de las instituciones ante los ojos de la opinión pública es incuestionable. La gente ya no cree en las versiones gubernamentales por muchas pruebas que se presenten. La piel del ciudadano está muy delgada, por ello, una de las mejores formas para reducir los efectos o incluso, eliminarlos, es actuar a tiempo, comunicar a tiempo.
En política y opinión pública el silencio también comunica. Puede ocurrir que en ocasiones se opte por no decir algo o evitar declaración alguna, precisamente porque deseamos medir el ambiente público y de medios generado por nuestro silencio, o porque hay una instrucción superior, sin embargo, no hay que abusar, pues en el silencio excesivo se puede llevar la penitencia mediática.