Raúl López Gómez/Cosmovisión
Buganza: “Que hablen de mi”
Cantaba Julio Jaramillo: “… odio quiero más que indiferencia, porque el rencor hiere menos que el olvido…”.
Culto como dice ser, el panista Gerardo Buganza alguna vez habrá leído del pasaje de la obra El Quijote de la Mancha, en el que narra:
“… sucedió a un famoso poeta destos tiempos, el cual, habiendo hecho una maliciosa sátira contra todas las damas cortesanas, no puso ni nombró en ella a una dama que se podía dudar si lo era o no; la cual, viendo que no estaba en la lista de las demás, se quejó al poeta diciéndole que qué había visto en ella para no ponerla en el número de las otras, y que alargase la sátira y la pusiese en el ensanche: si no, que mirase para lo que había nacido. Hízolo así el poeta, y púsola cual no digan dueñas, y ella quedó satisfecha, por verse con fama, aunque infame”.
Hoy Gerardo Buganza quiere que hablen de él… aunque sea mal.
Y es que de pronto despertó y ya no tenía los reflectores.
Aprovechó, eso sí, hasta el último instante los privilegios del cargo. Convocó por las vías oficiales a los medios de comunicación, a una conferencia de prensa, a realizarse en instalaciones del Palacio de Gobierno, para hablar de su proyecto personal, de sus aspiraciones políticas, todo ajeno a su responsabilidad como secretario de Gobierno.
Hoy Gerardo Buganza es un ciudadano desempleado, cuyo patrimonio, así como el de su familia “llevan años bajo el escrutinio público”, según la misiva pública que le hizo llegar al empresario cordobés Domingo Muguira, quien en un desplegado lo había acusado de incurrir en “enriquecimiento ilícito”.
Horas después de su despedida ante los medios de comunicación, la nota que todos buscaban no tenía qué ver con el político panista. Lo que todos se preguntaban era. ¿Quién llega en su lugar?
Hoy la nota no es Gerardo Buganza, hoy la nota está en los ecos del concurrido informe de labores del senador Héctor Yunes Landa, en el World Trade Center de Boca del Río, casualmente la misma sede del último informa de labores de Gerardo Buganza como diputado federal, allá por el 2010, cuando su rostro se ubicaba justo en los mismos anuncios espectaculares en los que hoy se ve la cara de Yunes Landa.
Hoy lo que les interesa a los medios de comunicación no es quién se va, sino quién llega.
Que si Ampudia será el nuevo secretario de Gobierno, que si lo será Amadeo Flores Espinosa. Que si Harry Grappa a la Particular, que si Anilú Ingram a Turismo, que si Carolina Gudiño a Trabajo, que si Gabriel Deantes al PRI.
Eso es lo que importa hoy, no el futuro del político y empresario panista Gerardo Buganza Salmerón.
Hoy los comentarios en columnas de medios de circulación nacional tendrán que ser pagados de la cartera del hoy político desempleado, ya no desde la Unidad Administrativa de la Secretaría de Gobierno.
Si hoy Gerardo Buganza quiere convencer a los veracruzanos de que es la mejor opción para la gubernatura de dos años, primero tiene que explicar por qué no defendió su triunfo en el 2004.
Debe explicar cómo se llegó a relacionar con el que en ese entonces fue su contrincante en las urnas y que, según el propio Buganza, fue quien le robó la elección, Fidel Herrera Beltrán. Debe explicar por qué, si nunca ha sido priista, hizo aportaciones económicas al tricolor, casualmente cuando ese órgano político era presidido en Veracruz por el hoy senador Héctor Yunes Landa.
Debe transparentar los negocios que hizo con el gobierno (¿espurio?) de Fidel Herrera, a través de sus empresas, de las de su familia, o de las de sus socios. Debe informar cuánto le costó su campaña cuando buscó por segunda vez la candidatura del PAN al Gobierno de Veracruz, y debe decir de dónde salió el dinero para los anuncios espectaculares, para el acarreo de “invitados” y para la contratación del World Trade Center para rendir su último informe de labores como diputado federal.
Si Gerardo Buganza de verdad cree que puede ser Gobernador, debe hablar con la verdad.
¿Será capaz?