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XALAPA, Ver., 21 de junio de 2015.- Al salir de casa se despide de su esposa e hijos como si fuera la última vez que los verá, pues en un sinfín de ocasiones el policía José Alfredo Gómez Reyes ha tenido que luchar a fuego abierto contra delincuentes.
Es padre de familia y parte de la primera generación de policías formada en el nuevo modelo de seguridad pública; es un joven con el compromiso de ofrecer a su familia las mejores condiciones de vida.
Hoy no puede celebrar con sus hijos el Día del Padre, pues tiene que permanecer en el Cuartel de Policías para atender cualquier emergencia que se presente y los agasajos de sus hijos tendrán que esperar, quizá alguna de estas noches se dé “una escapadita”.
Cuenta que los extraña mucho, y que el reclamo constante siempre es su ausencia en las cenas de Navidad, fin de año, cumpleaños y eventos escolares; sin embargo esa nostalgia se diluye cuando vuelve al hogar con lo necesario para su desarrollo.
Recuerda que hace tiempo fue herido en un enfrentamiento, perdió mucha sangre y aun cuando los médicos no dieron el mejor de los pronósticos, el más pequeño de sus hijos (con síndrome Down) le dio la fortaleza que necesitaba para recuperarse y continuar.
Apenas tiene 31 años y varias historias que contar, y reconoce que el tiempo que pasa con sus hijos es breve, no obstante, cuando el momento llega lo disfruta con celo.
“Ser policía implica rechazar muchos momentos familiares, pero quienes estamos aquí lo hacemos por vocación de servicio, y aunque parezca ilógico también estoy aquí por mi familia; tengo tres hijos, a mi esposa y lo doy todo por ellos”.
Un tanto acostumbrado a no estar cerca de su familia, abunda que sus hijos varones e incluso la niña le manifiestan admiración y respeto por ser parte de la Policía Estatal.
Antes, refiere, los menores se impresionaban con las armas de fuego que porta; él, asegura, les ha explicado al detalle cuál es el uso que tienen y en qué momento, también ha sido estricto en señalar que está prohibido tocarlas.
Dice que ser policía en Veracruz, en estos tiempos, “es rifársela día a día”, y aunque sostiene que algunas veces ha tenido miedo, siempre se encomienda a dios para mantener la vida.
“Aquí no hay horarios de salida, es más, no sabemos si vamos a salir, pero estoy seguro que mis hijos se sienten orgullosos de mí, me lo han dicho, saben que sirvo a la sociedad”.
Explica que cuando le “tocó estar en las primeras balaceras, esas de hace tres años, que eran muy intensas, tuve miedo, claro que sí, y no miedo a morir sino a no volver a mis hijos, yo creo que a todos nos ha pasado. Mi familia sabe y está consciente que en cualquier momento pueden recibir el aviso de que he caído en el cumplimiento de mi deber”.
Gómez Reyes sabe que este Día del Padre sus hijos le enviarán mensajes de texto al celular, los regalos lo esperan a su regreso. Su voz se quiebra, “sí siento nostalgia, hoy todos los padres y sus hijos se demuestran con más efusión lo que sienten, a mí sólo me llamarán, mi esposa me mandará fotos y cuando vuelva, en unos cuantos días, buscarán sorprenderme con un regalo”.
Señala que cada noche piensa en que mientras sus hijos y todas las familias de Veracruz duermen, él y su cuadrilla patrullan las calles para mantener el orden y la paz.
“Y aunque mis hijos y yo nos vemos poco, en cada encuentro siempre les inculco la honradez y el respeto a los demás, eso, además de proveerles lo necesario para su educación, alimentación y salud es lo mejor, creo yo, que como padre puedo darles”.