Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Que difícil misión emprendió el director Jon Watts en su ópera prima, nada más ni menos que superar al ícono del terror infantil proveniente de la mente macabra de Stephen King “Eso” (It), con su versión corregida, mejorada y sobre todo cautivadora en “El payaso del mal” (Clown).
El argumento, poco menos que sencillo, resulta atractivo y seductor por esa misma cualidad, arguyendo a un fenómeno paranormal, consecuencia de un hecho provocado por el amor familiar.
En términos generales, “El payaso del mal” es el producto de un padre de familia llamado Kent (Peter Stormare), que movido por la inasistencia del payaso al que había contratado para amenizar la fiesta de su hijo, decide disfrazarse con un traje viejo pero colorido que encuentra en una de las viviendas que tiene que vender, pues el tipo es un agente inmobiliario.
El improvisado payaso consigue divertir a los asistentes a la fiesta, pero luego experimenta un terrible inconveniente, cuando no puede despojarse de la ropa de payaso, convirtiéndose ésta en su segunda piel, incluso la peluca se incrusta en su cuero cabelludo, tomando un aspecto sencillamente siniestro, aunque ofreciendo a la película un primer punto climático arrasador.
El argumento es bien llevado desde el principio de la película, aportándole de a poco, dosis constantes de emoción y horror a cada momento de los 99 minutos que dura el filme. Los frecuentes clímax que se viven en este largometraje, anclan al espectador a su butaca, ofreciendo momentos memorables, que como alguien dijo “satisfacen a todos los estómagos y a todos los ritmos cardiacos”.
Un filme que sin lugar a dudas resulta recomendable, aún para quienes no somos los grandes seguidores del cine de terror, es un largometraje digno de comentar y de aplaudir. Retrata fielmente esos rostros de horror y esa atmósfera de pánico que un asesino serial puede propiciar, sobre todo, cuando el asesino porta un traje de payaso, mata niños y está poseído.
Una película que me gustó mucho, ojalá que a usted, amigo lector, le pueda ofrecer los mismos elementos satisfactorios que a su servidor.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias, escríbame al correo electrónico [email protected]