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Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
* Elizabeth, sin rival
Elizabeth Morales lo veía venir. Sabía que su candidatura a la diputación federal sería una buena oportunidad para que sus enemigos políticos (todos ellos priistas, como ella) desataran fuertes campañas mediáticas en su contra.
Al principio fueron tibios, casi timoratos, pero conforme avanzó la campaña y vieron el crecimiento de Elizabeth Morales en los estudios de opinión, decidieron arreciar los ataques y cualquier tema fue válido siempre que la descalificara.
Malas noticias. No podrán hacerlo.
Elizabeth ganará por amplio margen las elecciones en el Distrito de Xalapa Urbano y, con su experiencia en materia legislativa, habrá de destacar en la próxima Cámara de Diputados.
Elizabeth Morales pertenece a una nueva generación de políticos, de esos que se toman en serio cada encomienda, cada reto; de esos que se crecen al castigo, que disfrutan cuando se encuentran obstáculos serios en su camino.
Al principio de la actual campaña hablaban de que “el pésimo papel de Elizabeth Morales como presidenta municipal de Xalapa se traducirá en una severa derrota en las elecciones del 7 de junio”. Conforme pasó el tiempo, y con las cifras en la mano, ya no pudieron sostener la versión de la “contundente derrota” y entonces se voltearon contra el candidato del PAN, al que acusaron de ser una “comparsa” de la abanderada del PRI.
Es cierto que Ulises Chama era apenas un modesto operador electoral del PAN y de pronto brincó, sin un opositor serio (el empresario Carlos Luna, sin capacidad ni experiencia en materia electoral, fue su contrincante, y para ello renunció al trámite de una candidatura independiente) a la más alta responsabilidad de su trayectoria. Pero en todo caso la responsabilidad de presentar un candidato tan limitado es de los dirigentes de su partido que no sólo en Xalapa, sino en gran parte del estado, parecen haber apostado a la derrota.
Aun aceptando que Elizabeth Morales haya sido una mala alcaldesa, o que hubiera hecho mal las cosas al frente del comité estatal del PRI –valoraciones que son subjetivas- eso no garantiza su derrota. Para conseguirla, sus opositores debieron localizar al contrincante adecuado, a alguien que representara lo que, según sus cálculos, los votantes no encontrarían en Elizabeth.
Ya con un buen contendiente, el siguiente paso era combatir la pulverización del voto de castigo. ¡Son 10 los aspirantes a esa curul! Ninguno con la suficiente fuerza moral, conocimiento entre la población, o aceptación popular como para competir con alguien que, tan sólo por su trayectoria, ha destacado más en la capital del estado.
Más que crecer, Elizabeth Morales ha visto cómo se desploman sus rivales. Algunos se dedican a la campaña de cafés (en busca de la entrevista gratuita y de un milagro al estilo Uriel Flores), otros administran su esfuerzo y hacen como que se promueven. Lo más que llegan a hacer es acumular denuncias contra la que va a la cabeza, con el fin de ganar en tribunales lo que, están convencidos, no podrán ganar en las urnas.
Elizabeth Morales se preparó para una durísima contienda, para luchar por cada voto, para tocar a las puertas de todas las casas de su distrito buscando convencer a cada ciudadano de que le brindara su confianza.
Lo que en realidad se encontró fue a una bola de zánganos (con sus honrosísimas excepciones) que se contentan con añadir a sus hojas de vida: “Fui candidato a la diputación federal en el 2015”.
En Xalapa Urbano, más que una ganadora, habrá nueve derrotados.