Al término le llaman “calentar la plaza”. Es decir, azuzar con violencia a una población envuelta en escenarios sangrientos: balaceras y muertos. En política, esto podría traducirse también en guerra sucia, guerra de lodo, bloqueos, desquiciamiento en las ciudades y polarización.
Veracruz-Boca del Río es el escenario principal de la gran guerra electoral, y es donde se ha soltado el rumor de que un grupo de la delincuencia organizada envió un “comunicado” a la población para que después de las 10 de la noche no salgan a las calles porque va a haber algo así como una guerra contra otro grupo delincuencial.
Ya sabe: el pretexto es que van a “limpiar” la región de malosos y que van a buscar a ciertos malandrines que se han metido con la población inocente.
Dichos mensajes sólo han circulado en redes sociales y mensajes de celular, espacios de poca credibilidad, pero de mucho eco para quienes desean compartir lo que les gusta leer o escuchar de acuerdo a sus ideas subjetivas.
El Gobierno de Veracruz ha declarado que son falsos dichas advertencias, pero el problema es que la credibilidad del mismo está hundida y lo mejor que podemos esperar los mortales es que los malosos avisen por las acostumbradas narcomantas o hagan un video para el YouTube; pero sobre todo, que cuando hagan una refriega, lo hagan lejos de inocentes.
El asunto es que irresponsablemente se han divulgado estos mensajes y otra vez se ha entrado en un estado de pánico innecesario; que si bien no se duda que se pueda reactivar un operativo militar para resguardar dicho lugar, también se pone en tela de duda la actuación de la Policía Estatal, especialmente por los recientes números donde se le reprueba a Veracruz su policía en los exámenes de confianza.
Pero a la par del asunto de seguridad, el tema son los intereses políticos, como la rápida resolución por parte de la Fiscalía General del Estado en el caso del secuestro y asesinato de la menor Columba Campillo, ya que un crimen con tal estridencia podría afectar a las candidaturas del PRI a la diputación federal.
Y es que el caso de Columba se convirtió también en pretexto para arremeter contra el Gobierno de Veracruz en el tema del reclamo de los desaparecidos, como también se uso para enfrascarse en esa lucha que mantienen los grupos afines a Fidel Herrera/Javier Duarte o a Miguel Ángel Yunes Linares. Las palabras del periodista Marcos Miranda Cogco son reflejo de ello: un homicidio imperdonable, ya aparentemente resuelto por la Fiscalía, se usó como tema de agenda política, de denostación vulgar hacia las mujeres, como en su momento ocurrió con la periodista/funcionaria Mary José Gamboa.
Esto, señoras y señores, también es violencia, porque con agresiones verbales hemos llevado las pasiones al nivel donde precisamente quiere la clase política: la polarización, el miedo, el enojo, la politización. Una estrategia perversa con intenciones solamente de dividir y crear un río revuelto con una gran ganancia para pocos pescadores.
Veracruz podría decir que vive una relativa calma porque el ruido de la violencia está ahorita en otros estados, pero estas campañas tan de hueva no han dejado de tener la misma tonalidad y estrategia violenta en la lucha del poder, especialmente en la región Veracruz-Boca del Río.
Otra forma de violencia es la que dejan que haga el seudo diputado Renato Tronco Gómez: este jueves bloqueó la principal avenida y carretera federal que sirve como salida hacia la Ciudad de México y hacia Veracruz, con el pretexto de que son campesinos que piden recursos.
A Renato Tronco sospechosamente lo han dejado moverse –con mucho dinero que quién sabe de dónde saca– por todo el estado de Veracruz, promoviéndose como un posible aspirante a la gubernatura, pero sobre todo como un aspirante a cacique como en su tiempo lo fue Amadeo González Caballero.
Esta vez, con indígenas de la zona de Cosamaloapan (de donde es originario el ex gobernador Fidel Herrera, quien lo protegiera de ser enjuiciado por el asesinato del regidor Alfredo Pérez Juárez) Renato Tronco realizó este bloqueo en la capital Xalapa. Otros bloqueos se reportaron en la región de Nautla y el puente “Antonio Dovalí”, en Minatitlán, cerca de la zona de influencia de Tronco.
El asunto es que alguien usa a Renato Tronco Gómez para polarizar la situación política en Veracruz. Sería muy ingenuo darle todo el crédito de sus movilizaciones al choapense, pues no es muy brillante que digamos, si acaso folklórico y carismático en ciertos ámbitos de la sociedad veracruzana.
A Renato Tronco le han perdonado, por ejemplo, sus inasistencias al Congreso del Estado; y también el uso de pistoleros en plena capital xalapeña (según fuentes, el día de la toma de protesta como legislador llevaba a 22 sicarios con toda impunidad). La gota que derramó el vaso fue que al intentar construir un establo, tuvieron que actuar elementos de seguridad del Congreso por la noche para desarmar las caballerizas que Tronco ya tenía planeadas en los jardines del Palacio Legislativo.
En la gubernatura de Miguel Alemán Velasco (2004-2010) se vivió una situación similar cuando revivieron a Cirilo Vázquez Lagunes de su ostracismo; el asunto es que Cirilo ya tenía tanto poder y dinero nuevamente, que quiso meterse a otras partes de la entidad, específicamente en el extremo sur de Veracruz, lo que valió una reunión de alcaldes y dirigentes sureños con el gobernador Alemán para pedirle que detuviera el avance de Cirilo hacia sus municipios.
El resultado: Cirilo fue llevado a la cárcel. Su detención también sirvió para calmar el tenso clima político especialmente porque en ese momento las cosas en Veracruz comenzaban a ponerse color de hormiga: un helicóptero que estalló en el aeropuerto El Lencero y el asesinato del diputado federal José María Guillén.
Ignoramos si los alcaldes de Veracruz no han protestado por la injerencia del perezoso diputado Renato Tronco o si alguien haya ya repelado. El único que ha levantado la voz es el maestro Juan Nicolás Callejas Arroyo, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado y dirigente de los maestros en Veracruz, pidiendo que Tronco regrese a su curul y se ponga a trabajar.
Pero la realidad es que conforme nos acercamos al fin de las campañas, el escenario parece pintarse más violento, en un Veracruz que lo último que necesita es de pánico irresponsable, misoginia closetera y aspirantes a caciques que rayan en la de esa gente que es peligrosa porque tiene mucha iniciativa y protección política.
Alguien tiene que dar un manotazo y meter orden, porque Veracruz no es un juguete al antojo de intereses políticos tan rancheros. Al tiempo.