¿A quién corresponde defender?
Una raya más al tigre
Varias conclusiones se desprenden del último escándalo inmobiliario que cimbra Los Pinos, revelado por el diario The Wall Street Journal (WSJ):
Primera: Que el Presidente de la República y su equipo de cercanos colaboradores mexiquenses son muy buenos para eso de los bienes raíces; su habilidad para la compra de casas baratas es notable. La propiedad de Enrique Peña Nieto en el Club de Golf Ixtapan–adquirida el 27 de diciembre de 2005– tiene 2 mil 138 metros cuadrados de terreno y 850 de construcción; costó 372 mil dólares (unos 800 mil pesos de aquellos) cuando en el mismo paraíso mexiquense una residencia con la mitad de metros cuadrados construidos costaría unos 240 mil dólares.
Segunda: Que vender propiedades al primer círculo presidencial trae buena suerte. Quienes cierran tratos personales con el Ejecutivo ven florecer sus negocios de manera sorprendente. La Constructora Urbanizadora Ixtapan, S.A. –fundada por el empresario Roberto San Román Widerkehr (fallecido en 2010)– es claro ejemplo, según el periodista Juan Montes de WSJ quien destapa el éxito rotundo de la empresa de la familia San Román favorecida con contratos por más de 100 millones de dólares cuando Peña Nieto fue gobernador del Estado de México, y otros 11 negocios con el Gobierno Federal.
Tercera: Que grupo HIGA no es el único consorcio preferido por el poderoso grupo del Estado de México a la hora de comprar casas y terrenos. La Familia San Román –heredera de la inmobiliaria– se suma la corta lista de empresarios consentidos la cual incluye al constructor Juan Armando Hinojosa Cantú, financiador de la compra de la famosa Casa Blanca de las Lomas propiedad de la esposa del Presidente.
Cuarta: Que el reportero del WJS ya agarró camino; Juan Montes también reveló la existencia de la casa de Malinalco propiedad del secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, comprada a Nelson Vargas –empresario y gloria de la natación nacional– a precio de ganga.
Quinta: Que en Los Pinos se niegan a reconocer la dimensión del golpe. Mediante un comunicado –redactado con prisa la madrugada del miércoles–, Presidencia de la República explica: fue legal la compra de la casa de Ixtapan de la Sal como consta en las declaraciones patrimoniales de Enrique Peña Nieto cuando fue gobernador del Estado de México y ahora como Presidente de la República; la casa se ha utilizado de forma “pública y notoria”; las empresas mexicanas o extranjeras que cumplan los requisitos legales pueden participar en los procesos de contratación con el Gobierno Federal; al Presidente de la República no le corresponde participar en los procesos de asignación de contratos. Además de reiterar las precisiones del comunicado de Los Pinos, el vocero presidencial, Eduardo Sánchez, niega cualquier vínculo entre una relación personal y el éxito de las empresas de la familia San Román.
El meollo del asunto no es la sospecha de transacciones ilegales sino de conflictos de interés en eso de mezclar negocios privados con contrataciones públicas en beneficio de empresas y empresarios cercanos al poder, lo cual podría ser constitutivo de un delito. Eso es todo, nada más… pero nada menos.
EL MONJE LOCO: Las golondrinas tenían prisa. El líder del PRD, Carlos Navarrete, no se aguantó las ganas; envió a Alejandro Encinas una sentida carta de adiós; casi con lágrimas le reclama su alejamiento del partido; le recuerda que el Sol Azteca iluminó su vida durante 18 años. Nada sorprendente salvo por un mínimo detalle: el mexiquense aún no había anunciado su salida del PRD… ¡y ahora, tómala barbón!
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