Carlos Ramírez/Indicador político
El elogio excesivo
El 4 de marzo de 1929, como una propuesta del entonces presidente Plutarco Elías Calles, se funda el Partido Nacional Revolucionario, que conservó su nombre por diez años para luego convertirse en el Partido de la Revolución Mexicana y más tarde, en 1946, en el Revolucionario Institucional que hoy conocemos.
El 4 de marzo de 1973, Jesús Reyes Heroles, originario de Tuxpan y uno de los políticos veracruzanos más destacados del siglo pasado, pronunció un memorable discurso en el marco de la fundación del Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria.
Para dimensionar la importancia de Reyes Heroles, basta decir que es reconocido por su trayectoria política y por sus méritos académicos. Fue secretario de Educación Pública y de Gobernación; director del Instituto Mexicano del Seguro Social y también de Petróleos Mexicanos; de 1972 a 1975 presidió el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional.
Como dirigente de ese instituto político, pronunció piezas de oratoria que, a pesar del tiempo, todavía están vigentes.
El informe que rindió ayer el senador José Francisco Yunes Zorrilla y, sobre todo, las reacciones de algunos políticos locales, nos recordaron particularmente un discurso del extinto líder partidista, dirigido a los jóvenes del PRI hace 41 años; se refiere al cambio generacional en la política de nuestro país: “Juventud y vejez –dijo- no son categorías biológicas. Sólo un principiante puede pensar que la reforma política se realiza con el puro ascenso de los jóvenes. Sólo un novato puede pensar en los cambios bruscos de generaciones”; más adelante y en la parte medular del discurso, Reyes Heroles afirma que “no estamos ante un ilógico cambio generacional; que se es joven cuando nunca se admite la obra acabada, cumplida, cuando nunca se cree estar ante algo perfecto. Se es joven si se está lejos de la docilidad y el servilismo…”
Recordamos esa frase a propósito de la declaración del alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga Martínez, quien ayer, al concluir el informe de actividades legislativas del senador José Francisco Yunes Zorrilla, utilizó el desgastado recurso de la alabanza y el elogio excesivo.
Si el hijo del maestro Guillermo Zúñiga se hubiera limitado a referirse al trabajo de gestión del senador, que incluye obras realizadas por la Secretaría de Desarrollo Urbano del gobierno federal en la capital de Veracruz, su declaración bastaría para externar agradecimiento, simpatía y filiación, incluso apoyo a las aspiraciones políticas de Yunes Zorrilla; pero el alcalde xalapeño fue mucho más allá y calificó al de Perote como “un político sin igual”, como “un gran gestor” y como “un político excepcional”.
No se trata de poner en duda las cualidades y la capacidad del senador veracruzano; sin embargo, resulta, por decir lo menos, curioso que un político joven, como Américo Zúñiga, recurra a esos formalismos, a discursos tan viejos y a recursos tan desgastados como el elogio desmedido, porque esos calificativos, más que como alcalde, lo hacen ver como un político de aspecto joven pero de formas arcaicas. @luisromero85