Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
Prospera, excelente programa pero…
Los programas para abatir la pobreza han tenido nombres llamativos, rimbombantes, estrafalariamente largos y hasta burocráticamente babosos. En tiempos de Salinas el programa se llamó Solidaridad, con Zedillo se llamó Progresa y con Fox y Calderón se llamó Oportunidades. En los sexenios de Echeverría, López Portillo y de la Madrid, los nombres fueron largos algunos y babosos los otros, pero todos tuvieron el mismo denominador común: combatir la pobreza.
Déjame decirte lector que al menos en el Continente Americano ningún país, en ningún momento de su historia ha podido contra la pobreza. Estados Unidos que es la nación más poderosa de la Tierra, tenía el año anterior a casi 50 millones de personas viviendo en la zona de influencia de la pobreza y de esa cantidad, la mitad, vivían en pobreza extrema.
Como presidente de Brasil, Lula no pudo erradicar la pobreza de millones de brasileños a pesar de los excelentes programas asistenciales y de su milagro económico. Su sucesora Dilma Rousseff, menos. Venezuela ha visto cómo se multiplican los pobres al grado que muchos literalmente no tienen ni qué comer. ¿Y Canadá? Canadá es una de las economías mejor desarrolladas del continente pero también tiene sus pobres. En síntesis, la pobreza es una señora muy caraja y difícil de erradicar. Igual que el hambre.
En su mensaje del pasado martes Enrique Peña Nieto le dijo adiós a Oportunidades y le dio la bienvenida a Prospera, enésimo programa que tiene como finalidad lo mismo que los anteriores.
La diferencia es que Prospera ofrece, al menos en el papel, mejores alternativas que sus predecesores. Por ejemplo, los jóvenes podrán beneficiarse con becas para estudios universitarios en tecnológicos a nivel superior, además de que recibirán casi cinco mil pesos para inscribirse a la universidad. Las familias tendrán facilidades adicionales para inscribirse al Seguro Popular y el paquete básico de salud crecerá de 13 a 27 servicios básicos.
Las mujeres embarazadas o en lactancia y los niños de 6 meses a 5 años recibirán nuevos suplementos alimenticios. La Banca de Desarrollo facilitará el acceso de más de 6 millones de mujeres beneficiarias a servicios financieros como préstamos con tasas de 10% mensual, seguro de vida y cuentas de ahorro entre otros. Los jóvenes que busquen trabajo serán prioridad en el Servicio Nacional de Empleo.
Lo dicho, en el papel Prospera promete.
Los problemas vendrán cuando el programa se atore en la maraña burocrática que ya se frota las manos pensando a cuántos mexicanos va a esquilmar. Y es que todos los programas para abatir la pobreza se ha atorado ahí.
De nada sirven las buenas intenciones cuando caen en el fango del papeleo y la corrupción.
Son cientos, sino es que miles, las historias sobre el acaparamiento y condicionamiento de los apoyos de Oportunidades por parte de los responsables de entregarlos. Incontables fueron las familias que gritaron su queja y no se sabe de nadie que haya actuado contra los culpables. En tiempos de Fox y Calderón la consigna era “si no votas por el PAN no te damos ni madre” y ahora que el PRI regresó al poder sería infantil pensar que no sucederá lo mismo.
La corrupción es un mal endémico y mientras no se extirpe de cuajo, inútil será cualquier esfuerzo por mejorar la vida de millones de mexicanos.
Insisto, reitero y subrayo, al menos en el papel, Prospera es un programa que promete más que los anteriores. Si en verdad se desea que funcione, nada como cortarle las alas a los buitres que trafican con la necesidad de los más pobres.
Se me ocurre que si se le pone número al castigo (por ejemplo, 50 años de bote a quien acapare, condicione, trafique, especule, etc. con los apoyos de Prospera), quienes ya se relamen los labios para hincar el diente lo pensarán dos veces antes de dar la tarascada.