Carlos Ramírez/Indicador político
¿La misma gata pero revolcada?
La principal política social anti pobreza de Enrique Peña Nieto ha sido rebautizada. 21 meses después de haber asumido el poder, el Presidente decidió transformar “Oportunidades” para anunciar el nacimiento de “Prospera”.
Se trata del cuarto título empleado por el Gobierno Federal desde la creación de aquel célebre “Programa Nacional de Solidaridad” (Pronasol), inventado por Carlos Salinas de Gortari. Ernesto Zedillo intentó borrar la huella de su predecesor, removió las siglas y nombró “Progresa” a su propio proyecto. Con los gobiernos panistas se creó el programa “Oportunidades”, pero ahora, en los tiempos tricolores, no hay cabida para vestigios azules, y menos cuando el tema es el combate a la pobreza de 6.1 millones de familias mexicanas, casi la cuarta parte de la población, con un presupuesto de 73 mil millones de pesos, sólo para este año.
Pese a los cambios de nomenclatura, la única verdad es que los esfuerzos federales para abatir la miseria no han logrado su objetivo. La pobreza sigue en los mismo niveles de 1992; dos generaciones de familias han sido beneficiarias de la caridad oficial; miles de millones de pesos se han gastado en atender la urgencia, pero no han servido para cambiar la realidad de los mexicanos más “jodidos” del barrio nacional… cuya proporción es casi la misma desde hace tres décadas.
Quienes reciben asistencia social sólo han heredado más pobreza. El nuevo programa peñanietista busca darle vuelta a la tuerca.
Según la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, el nuevo esquema, tiene objetivos de largo aliento; integrará nuevos beneficios para la población; brindará a mujeres y jóvenes un horizonte hasta ahora cancelado; mantendrá la asistencia social; respaldará a los emprendedores… y fomentará el desarrollo de habilidades, bajo esquemas de corresponsabilidad.
Por primera vez los resultados del mayor programa asistencial del Gobierno serán vigilados con lupa por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) –órgano con autonomía constitucional–, como lo ordena la Reforma Política. El padrón de “Prospera” deberá entregarse la Cámara de Diputados… antes, la Sedesol habrá de formular las reglas de operación.
“Prospera” será la edición recargada y vitaminada del programa Oportunidades”, promete el Gobierno.
La integración de 15 programas oficiales, pretende sustentar dos novedosas vías de acción. La primera es la multiplicación de actividades productivas, a través de créditos al 9.9 por ciento anual; quienes hoy son ignorados por la banca podrán acceder a financiamiento para echar a andar sus propios proyectos. “Se trata de darle pescado a la gente y al mismo tiempo enseñarla a pescar”, nos dice Rosario Robles.
La segunda es la educación. “Prospera” pretende ampliar el número y nivel educativo del esquema nacional de becas. El apoyo que hoy sólo llega a estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria se hará extensivo a quienes se ven en problemas para estudiar una carrera universitaria.
“En todo esto subyace la prevención social de la violencia y la democratización de la productividad”, anota el especialista en programas sociales, Rogelio Gómez Hermosillo.
Sin embargo, los críticos de “Progresa” son escépticos.
Expertos como Julio Boltvinik, advierten un cuello de botella en la educación superior porque no hay suficientes lugares en las universidades para dar cabida a todos los estudiantes que se gradúan de prepa. Rodolfo Tuirán, pone énfasis en la calidad de la educación: “de poco sirve ofrecer lugares, si la preparación de los alumnos es deficiente”, es decir, profesionistas mal preparados tienen pocas posibilidades de competir en el mercado laboral.
El otro problema estructural tiene que ver con crecimiento económico. Mientras el país siga estancado, y no se generen empleos mejor pagados, será imposible sacar de la pobreza a la mitad de la población del país y terminar con la miseria padecida por uno de cada diez mexicanos. Si no se genera riqueza no habrá recursos para atender a los más pobres, ni incentivos para generar fuentes de trabajo. No se puede distribuir lo que no existe.
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