Condonan pagos por cuotas de mantenimiento en panteones de Poza Rica
El fenómeno del suicidio. Parte III.
XALAPA, Ver., 19 de julio de 2014.- “La mayor parte de la gente que recurre al suicidio lo hace porque cree que ya agotó sus posibilidades. Es decir, si pierden a alguien que aman creen que no podrán seguir viviendo sin esa persona y si reprueban una materia creen que serán incapaces de salir adelante en la vida. Es un desorden mental”, comentó el psicólogo Felipe Ramírez Mena.
El especialista indicó que, en la mayoría de los casos, el suicidio se contempla y se consuma en soledad aún cuando se tiene miedo de morir; aunque dicho acto se contempla como una forma de escape ante conflictos y situaciones que afectan el estado mental del suicida.
“Regularmente la persona que recurre al intento de suicidio, porque muchas veces no lo logran, es porque se alejan de los demás. Traman todo ellos solos. Ha habido casos en donde la gente se suicida colectivamente, pero ello es más por ignorancia o por cuestiones sectarias. El suicida busca hacerlo aunque tenga miedo de morir, pues cree que es mejor a seguir sufriendo una situación de abandono, pérdida, ausencia y hasta falta de empleo”, expuso.
Ramírez Mena consideró que la ‘ola de suicidios’ registrados últimamente se debe a una mezcal de factores, aunque predominan situaciones de carencia económica y violencia.
“Creo que en el caso de Veracruz tiene qué ver la situación económica; es muy fuerte. Hablamos de un estado que está entre los cinco más pobres, no hay trabajo y hay violencia, hay pobreza. Hay mucho calor. Pueden ser tantas cosas que es difícil hacer algo mientras que la persona que vive los problemas no pida ayuda. Lamentablemente el suicida cree que no podrá contar con nadie, que nada de lo que pasa podrá resolverse”, dijo.
Comencé a quererme a mí misma
Lidia es una joven de 23 años que lleva tres intentos de suicidio.
El primero de ellos fue a los 14 años. Discutió con su padre por no dejarla salir con amigas. La joven, a manera de protesta, bebió líquido para limpiar pisos. Fue llevada al hospital y le practicaron un lavado gástrico.
Relata que la segunda ocasión utilizó un cuchillo para intentar cortarse las venas. Su novio la había abandonado y ella sintió morir.
“Era mi mundo. Nos veíamos a todas horas. Nos perdíamos durante el día y yo regresaba hasta la noche. Soporté golpes, castigos, regaños; todo lo hice por él. Me cuidé para no embarazarme, pero me dejó de buenas a primeras”, relata la joven.
En sus muñecas lleva las marcas de ese segundo intento.
La tercera vez trató de ahorcarse. Buscó un mecate y trató de colgarse en el patio de su casa; sin embargo, el lazo no soporto su peso y cayó al suelo.
Tras esta ocasión buscó ayuda.
“Ya era demasiado. Fui con psicólogos, fui con sacerdotes, fui con muchas personas que me ofrecían ayuda. Yo no quería, pero acepté; pues ya era mucho sufrimiento”.
Lidia asegura que estas experiencias nunca las había confesado, ni siquiera con su familia.
“Me cerré con mi madre y no la dejé siquiera que tocara el tema. Mi madre vive con otra persona y yo estoy aquí sola, pero no lo estoy tanto, tengo una hermana que trabaja fuera y que viene los fines de semana. Tengo una pareja que me atiende y me siento preparada para todo, hasta para no estar con ella. Ya no quiero sentir que pierdo siempre, quiero saber que soy fuerte y que puedo soportar las malas noticias”, expresa.
La joven asegura que toma medicamentos. Le prescriben Diazepam y algunos ansiolíticos que son un complemento para su recuperación, “los tomo, pero creo que lo que me ayudó fue que comencé a quererme a mí misma. Antes no lo hacía, me entregaba a todo pero no veía por mí, sólo veía por los demás”.