Lista pavimentación de Mar Mediterráneo en Costa Verde de Boca del Río
ESPECIAL: Consumo de Drogas y Anexos. Parte II
XALAPA, Ver., 6 de julio de 2014.- Los anexos de rehabilitación muchas veces van en contra de los derechos humanos, además de que se cobra, por lo que se mezcla ayuda con lucro, aseguró el director del Centro de Integración Juvenil (CIJ) en Xalapa, Sergio Mayoral Barranca.
Señaló que los anexos son una alternativa recurrente para las personas que sufren alguna adicción, como alcoholismo o drogadicción; que si bien, en algunos casos se encuentran asesorados por grupos de Alcohólicos Anónimos (AA), no es la generalidad, situación que “es preocupante puesto que no se tiene la certeza de la forma en que operan”, señaló.
Destacó que en Xalapa existen más de 30 anexos, de los cuales únicamente tres tienen la certificación de las instituciones de salud.
“El problema que nosotros vemos en estos grupos de internamiento forzoso, es que están atendiendo personas contra su voluntad, va contra los derechos humanos. En muchos de estos albergues se cobra y mezclado con la ayuda viene el lucro”, apuntó.
Mayoral Barranca señaló que en algunos de estos sitios hay abusos, de violencia física, en alimentación, en los cuidados de higiene y sí hay riesgos.
“Certificados que yo sepa, existe la comunidad terapéutica de Casa Nueva, la Fundación Beneficencia Amigos y La Fundación Ave Féix”, comentó.
En Coatepec está el anexo “Ave Fénix”, atendido por una fundación que ha sido muy representativa, con 28 años de trabajo.
Un colaborador de dicho sitio, que pidió omitir su nombre, señaló que al lugar acuden hombres y mujeres desde los 12 años y hasta los 60, quizá más.
“Ha habido casos en que han venido de bastante edad no a pedir ayuda. Los traen porque el asunto ya es muy difícil”, señaló.
Al ser cuestionado sobre la problemática por la cual acuden a este centro señala que: “anteriormente era el alcoholismo, pero ya nos hemos dado cuenta que en los últimos tiempos ha aumentado dramáticamente el número de personas que consumen drogas, y lo más grave, que es desde muy jovencitos”.
Explicó que él, como ex adicto, sabe lo que sienten quienes se resisten a venir al centro: “es triste ver que las mamás, con el corazón roto, vienen a encargar a sus hijos. Suplican ayuda y se les auxilia en lo posible. Por supuesto, hay jóvenes que quieren curarse y otros que definitivamente no quieren saber de tratamientos. Aun así les brindamos ayuda”.
La disciplina, dice, es casi militar. Todos tienen que ayudar y no pueden recibir visitas sino hasta que han logrado algún avance.
“Hay casos en donde los padres no pueden ver a sus hijos por uno o dos meses. Peor aún, hay casos en donde los padres no vienen y eso hace que los muchachos decaigan”.
A pesar de las dificultades, el entrevistado asegura que no hay mejor lugar para atender a un adicto que un anexo como éste: “aquí hay todo. Hay atención, se les vigila, se les enseña a trabajar, a respetar, a que recuperen su autoestima y que dejen el alcohol y las drogas”, finalizó.