Víctor Sánchez Baños/Poder y dinero
¡Qué oso!
Apenas supe que Iván Vicente Alarcón Cerda regresaba de tierras mundialistas, me dispuse a planear una entrevista y de esta forma conocer todos los pormenores de su viaje a
Brasil 2014.
Sabía que Alarcón Cerda había pedido permiso a la CMAS Xalapa hasta el día 30 de junio, pero no estaba segura que regresaría en esta semana, ¿quizás después de ver el partido
de México contra Holanda?
Como no tenía la certeza de que así fuera, busque contactarme con la agencia de viajes para saber con exactitud el día del arribo y tener una exclusiva.
Créame que no fue fácil, pero después de muchas llamadas, por fin me dieron la fecha de llegada del vuelo.
Ahora lo más difícil para toda fémina ¿Qué me pongo? Minifalda, blusa escotada, tacones, pantalones ajustados, cualquiera hubiese sido perfecto para entrevistar a un muchacho
antrero, incluso a un político, pero ¿Qué te pones para entrevistar a un oso?
De repente pasaron por mi mente Winnie the Poo, El Oso Yogui y Boo boo, el Oso Po de Kung fu Panda, Baloo, el pequeño John, Fozzie, los ewoks y hasta los osos cariñosos.
Pero mi próximo entrevistado no tenía absolutamente nada parecido a ellos, luego entonces, de nada serviría disfrazarme de Tiger, por ejemplo.
Y cuando la cosa estaba más complicada, recordé a Ted, aquel oso irreverente que tomaba, se drogaba, incluso organizaba orgías entre sus amigas humanas, pero que era fiel
amigo de John, el humano que deseó que el oso cobrara vida, ¡con él sí tenía algo en común!
En fin, para no hacerle el cuento largo, que me visto como John, con un pantalón de mezclilla y una playera ¡ah pero la verde! Deseaba que mi entrevistado de sintiera en
confianzas mundialistas.
Tan pronto como lo vi descender, corrí a su encuentro.
—¡Me puede permitir unos minutos! le dije.
—¡No doy entrevistas! Todo lo que quería decir, ya lo dijo mi papá en rueda de prensa.
—Oiga, no le habló a Usted—, le dije a Alarcón Cerda —sino ¡al oso! que trae en brazos.
El oso se enderezó un poco:
—¿A mí?— Contestó como contestan los osos de peluche.
—Sí, a Usted, señor Oso, ¿sabía que actualmente es más famoso que Laura Bozzo? ¿Cuál es su nombre?
—Ssshhhh—, me dijo en voz susurrante —¡yo también pedí permiso para ausentarme del sillón principal de la sala, y si se enteran seguramente hasta el perro y el gato me
sustituyen.
—Está bien, pero a cambio de eso ¿me puede contestar algunas preguntas?
—¡No contestará nada! ¡no dejaré que le saques la borra, digo la sopa!— Me dijo Alarcón Cerda.
Pero por arte de magia, al igual que cuando cobró vida Ted, el oso resbaló de los brazos de Iván y cayó cerca de mí, dándome oportunidad de seguir con mis preguntas.
—¿Es cierto que traes el tequila por dentro?
—Y el torres, el vodka, la botana… ¡hasta la música!
—Bueno, sí creo que la traigas por dentro, con eso que te fuiste derechito al mundial. ¡Oye! y ¿es cierto que tuviste un viaje muy austero?
—Jao, jao, jao— río el oso (porque así ríen los osos) —¡que va! en ese viajecito estuve a todo lujo ¿o a poco pensaste que con quince mil pesos viajamos? ¡ni que hubiésemos
dormido en las favelas!
—Shhhhh ¡cállate!— gritó Alarcón al oso, mientras éste salía huyendo nuevamente del brazo de su progenitor.
—¡Es más!— exclamó el oso —ahora que soy famoso, haré un libro. ¿Qué tal “Memorias del Mundial contadas desde la Panza de un Oso”? ¡Ya me vi!
Alarcón ahora sí sonó amenazante: “si sigues abriendo la boca, te sacaré toda la borra y te aventaré del Puente del Xallitic, o mejor aún, a Los Lagos de Acapuldique.
Para entonces, el oso ya abandonaba el lugar y corría despavorido gritando como gritan los osos:
—¡Auxilio! ¡Auxilio! Vicente, Vicente Benítezzzz! en lugar de una maleta te caería bien un amigo como yo, ya que ¡Todo cabe en la panza de un oso sabiéndolo acomodar!
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