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MÉXICO, D.F., 10 de junio de 2014.- Un grupo de investigadoras del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) logró construir vaginas a la medida para un grupo de pacientes afectadas por aplasia vaginal, es decir, que carecían del órgano desde su nacimiento.
Este hecho, calificado como un hito científico y médico sin precedentes, fue dado a conocer en la revista médica The Lancet, en abril, en donde se indica que el grupo evaluó el desempeño de las vaginas fabricadas mediante ingeniería de tejidos a partir de muestras de células de las propias pacientes —obtenidas de su vulva a través de biopsias—, que luego fueron cultivadas en el laboratorio.
Esther López-Bayghen Patiño, especialista del Cinvestav e integrante del grupo, precisó que tras la cirugía de implante, realizada en el Hospital Infantil de México Federico Gómez,las pacientes tuvieron un seguimiento durante más de ocho años, tiempo durante el cual se les practicaron revisiones físicas, vaginoscopias, biopsias y resonancias magnéticas. También se les aplicó un cuestionario estandarizado para evaluar su desempeño y función sexual.
“Estamos hablando de un órgano que no genera rechazo, que es ciento por ciento eficiente, pues se recuperó completamente su función y con complicaciones leves que se corrigieron mediante cirugías menores”, explicó López-Bayghen, adscrita al Departamento de Toxicología del Cinvestav.
La cirujana Atlántida Raya Rivera, especialista que coordinó las intervenciones médicas, precisó que hasta el momento esta cirugía se ha practicado en 12 pacientes con resultados satisfactorios.
Las pacientes beneficiadas con el implante, con edades de 13 a 18 años, carecían de la vagina a consecuencia de un padecimiento congénito llamado síndrome de Mayer-Rokitansky, enfermedad está catalogada como rara, pues afecta a una de cada 5 mil mujeres desde que nacen. El síntoma principal del síndrome es la falta de menstruación primaria.
“El órgano cuenta con tejido de músculo y epitelio, y el hecho de ser autólogo (de la paciente) quita el riesgo de que haya rechazo inmunológico, además de que funcionalmente es muy parecido al tejido normal”, dijo la cirujana.
Los órganos construidos a partir de las células tomadas de la vulva —epiteliales y musculares, que se cultivan por separado en un andamio biológico hecho con tela para cirugía— fueron alojados en una incubadora hasta madurar. Al final, el producto se enrolla y cose para formar una estructura tubular que debe adaptarse al tamaño de cada mujer.
“Al final no se nota diferencia alguna entre el tejido de la vulva original (de donde se toma la muestra) y el de la nueva vagina, pues la integración es al ciento por ciento”, concluyó la investigadora López-Bayghen.
Con información de Milenio.