Jorge Robledo/Descomplicado
El día 7 de junio se festeja a la PRENSA con motivo de ratificar el respeto a la LIBERTAD DE EXPRESIÓN, felicidades a todos(a) quienes de dedican a ejercer esta importante labor. Una actividad que no me es ajena, en 1987 tuve a mi cargo la coordinación de comunicación social en el estado, y durante más de 20 años conviví con gente relacionada con los medios.
La libertad de expresión representa hoy no sólo un derecho universal del hombre y del ciudadano. Se ha erigido como un pilar fundamental de los regímenes democráticos modernos y de la convivencia civilizada de las sociedades
Lo mismo sucede en el ámbito periodístico, el contorno de la responsabilidad crítica se ha transformado y adquiere relevancia para la sociedad. El oficio de la crítica se funda, en cualquier tiempo, en distancia e independencia. Sea cual sea el grado de compromiso político, el crítico debe cuidar, ante todo, su autonomía.
La autonomía se ve amenazada por la fuerza económica, la vanidad y las redes del poder. Es difícil declararse definitivamente inmune a estas presiones.
La responsabilidad de los medios serios que cumplan con la ética periodística, deben evitar convencer a costa de todo, poseer la razón absoluta.
La independencia de la crítica ha tenido desde siempre un principio amenazante: el poder político. Frente a este dominio, la ruta de independencia parecía bastante clara: rechazar cualquier colaboración, cualquier subsidio, cualquier ayuda. Los poderes privados tienen también un cúmulo de intereses efectivamente dominantes. ¿Cuál ha de ser la actitud del crítico frente a esos poderes? Desde luego que debe ser tan intenso, tan severo y tan penetrante con ellos como con cualquier otro.
La autonomía de la crítica en estos tiempos adquiere, por ello, una confusión adicional. Una actitud radical llevaría a renunciar a cualquier nexo con intereses no solamente políticos sino económicos. La responsabilidad del crítico no debe solo quedar bajo el ámbito del titular del medio a través de la auto—regulación, como lo señala el proyecto de ley secundaria que se discutirá en el congreso, debe estar aparejada de alguna sanción en caso de incurrir en desobediencia o en alguna conducta ilícita.
El artículo 431 establece ahora las características de los periodistas beneficiarios de las modificaciones al Código Penal aprobadas: «Para efectos de este título, se entenderá por actividad periodística el ejercicio de buscar, recolectar, fotografiar, investigar, sintetizar, redactar, jerarquizar, editar, imprimir, divulgar, publicar o difundir informaciones, noticias, ideas u opiniones para conocimiento del público en general, a través de cualquier medio de comunicación, así como la distribución de éstas. Esta actividad puede realizarse de manera habitual o esporádica, remunerada o no y sin que necesariamente exista una relación laboral con un medio».
La libertad de expresión no es un privilegio de los que se dedican al periodismo. Muchos periodistas han trabajado peligrosamente y hasta dado su vida para que la libertad, la de expresión incluida en el amplio concepto, sea un derecho inalienable de todos los ciudadanos sin excepción alguna. Por supuesto que el oficio se debe ejercer sin esperar privilegios, sino como un ciudadano más.
El estado por su parte no debe utilizar la potestad pública para inhibir el ejercicio periodístico. Evitar los privilegios para atacar a un medio cuando esta de por medio algún funcionario público tratando de desacreditar en forma rápida y deliberada al medio de que se trate. El periodismo crítico no debe se percibirse como un desacato a la autoridad. No hay nada más restrictivo de la libertad de expresión y prensa que la actitud intolerante de los gobernantes que usan el poder público para inhibir el ejercicio periodístico y el derecho de la sociedad a estar informada acerca de cómo se ejercen las funciones y los recursos públicos.
Felicidades a todos nuestros amigos y amigas periodistas y comunicadores, dueños (a) de los medios de comunicación. Un abrazo.