Carlos Ramírez/Indicador político
Bodas de Plata
El PRD cumple 25 años… y el saldo de su primer cuarto de siglo de vida ofrece matices muy discutibles.
A lo largo de dos décadas y media, el partido del Sol Azteca consiguió aglutinar a los dispersos grupos de izquierda en un movimiento concreto; logró conducir a una real fuerza opositora por los caminos de la legalidad y la institucionalidad; dejó de lado la ruptura para encauzar reclamos y demandas sociales… ese es el lado luminoso y plausible de su historia.
Pero también hay un lado oscuro.
El Partido de la Revolución Democrática no ha logrado vencer a los demonios que han amenazado la vida interna de la organización política desde su origen.
Las corrientes o tribus siguen siendo fuerza y al mismo tiempo, principal debilidad. En ellas radica el poder de movilización, el voto duro y el control de la vida institucional a través de un gran aparato burocrático. Sin embargo, los grupos cobijados bajo las siglas perredistas se mantienen unidos en una dinámica perversa.
Una y otra vez lo ha advertido Cuauhtémoc Cárdenas –fundador del PRD–: las corrientes están matando al partido… y lo están matando desde hace mucho.
Diré una blasfemia: a los perredistas no los une la ideología ni la propuesta. El pegamento que los cohesiona es el reparto de cuotas… así lo contempla el propio estatuto perredista; viejo vicio por el cual el tamaño del pedazo del pastel está por encima de la trascendencia partidista, con tal de llevar en paz la fiesta. Por eso, el PRD sigue siendo un partido cerrado, incapaz de abrir sus puertas a la militancia individual y a grupos de clase media, empresarios y otros sectores simpatizantes de la izquierda… con posturas progresistas.
Que a estas alturas, Cuauhtémoc Cárdenas sea planteado como el único factor de unidad ante el pleito por el control del partido es un foco de alarma. Habla de la imposibilidad de los propios perredistas para resolver sus pugnas… y de la falta de figuras y liderazgos con fuerza y autoridad suficiente; dos candidatos presidenciales en toda su historia son síntoma claro de incapacidad renovadora… de una mole política patriarcal.
Desde luego es motivo de alerta e incertidumbre la salida de Andrés Manuel López Obrador para formar su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). AMLO plantea la mayor amenaza electoral de la historia para el partido amarillo. El tabasqueño pesa por sí mismo, tiene años recorriendo el país, su base social podría cambiar dramáticamente el voto duro y “sectario” del Partido la Revolución Democrática.
–¿Con AMLO en contra, el PRD podrá mantener el 19% de la votación parta diputados lograda en 2012?; ¿MORENA desplazará al PRD para convertirse en la “izquierda verdadera”?
–¿Será que lo revolucionario y lo socialista del PRD se lo ha llevado Andrés Manuel?; ¿Qué al PRD le queda optar por la socialdemocracia, según plantea el intelectual, historiador y novelista Héctor Aguilar Camín?.
Para el PRD, el proceso electoral del año entrante será una pesadilla… y el mayor reto encontrar la identidad extraviada. No bastarán los buenos resultados sobre todo en el sur nacional; preocupará la escasa presencia en el norte, donde hay estados como Coahuila, Aguascalientes o Chihuahua donde el PRD está en riesgo de perder hasta el registro. De ese tamaño.
@JoseCardenas1 | [email protected]| josecardenas.com.mx