Raúl López Gómez/Cosmovisión
Los analfabetas le importan pura corneta a la SEV
De acuerdo a cifras oficiales, el número de analfabetas en el estado es del 14 por ciento. Esto traducido al cristiano nos da un aproximado de un millón setenta mil personas que no saben leer ni escribir. No son poca cosa si tomamos en cuenta que Veracruz tiene 7 millones 640 mil habitantes.
¿A qué se debe esto? A la burocracia, a qué más.
En el sexenio de Rafael Murillo Vidal, la entidad tenía la mitad de la población actual y había 30 por ciento de analfabetas. Ignoro si ya existía el Instituto Veracruzano de Educación a los Adultos (IVEA) como tal. Lo que sí puedo asegurar es que sobraba voluntad.
Cuando cursaba la secundaria en Tuxpan, un grupo de chavos procedentes de Xalapa nos visitaron e invitaron a que enseñáramos a leer y escribir a las personas mayores. Yo me hice buey.
A cabo de unos meses hubo una ceremonia en la explanada del Palacio Municipal presidida por el alcalde y las fuerzas vivas del pueblo. Se premió con una medalla y un diploma a los adolescentes alfabetizadores y varios adultos dieron testimonio del milagro que era para ellos saber leer y escribir.
En su discurso el alcalde dijo que esos adolescentes eran un orgullo no sólo para sus padres y su escuela, sino para el país. Y aprovechó el viaje para invitar a más a entrar al programa «Será una experiencia inolvidable para ustedes. Se los garantizo».
Esa vez sí me apunté.
El bajón que se le dio al analfabetismo fue bárbaro ya que del 30 por ciento se redujo al 12 por ciento, pero cuando salió Murillo Vidal se volvió a disparar porque los gobiernos que le siguieron, en lugar de seguir recurriendo a chavos de secundaria y prepa, crearon oficinas dizque alfabetizadoras que lo embrollaron todo.
Alguna vez platiqué con un encargado del IVEA en la zona norte y me mareó con tanta queja. «Cómo quieren que alfabetice en la sierra Totonaca si no me dan vehículo. ¿Y los viáticos? A veces se atrasan con los viáticos. No tenemos papelería, debemos varios meses de renta. Los compañeros ya no tan fácil se quieren mover porque no les dan su bono. Los sueldos están muy bajos, no hay motivaciones para nosotros. Necesitamos más incentivos». Y por ahí se fue.
Cuando le platiqué del programa del que formé parte me dijo que aún existe pero está muy mal planeado y por eso no funciona.
En aquel entonces se aprovechaba la cercanía de los estudiantes. Quienes vivían en la ciudad alfabetizaban en la ciudad, y quienes vivían en comunidades lo hacían ahí. Al joven alfabetizador se le daba un libro didáctico y a los alumnos otro que le llamaban cartilla de alfabetización. Eso era todo.
No se pagaban sueldos, ni viáticos, ni pasajes, ni gasolina, ni bonos ni un carajo. Simplemente se nos premió con una medalla y un diploma.
Un funcionario de la SEV (del que no diré su nombre para que no lo vayan a chispar), minimizó el porcentaje de analfabetas en la entidad. «Es normal, estamos dentro de los estándares medios. No hay problema. Sólo en los países totalitarios como Cuba no hay analfabetas. Y eso quién sabe».
La manga.
Noruega, Hungría, Polonia, Canadá, Austria, Bélgica, Dinamarca y Finlandia (por citar sólo a ocho) tienen tasa cero de analfabetas y sus gobiernos no son totalitarios.
A nivel nacional México tiene más de 10 millones de analfabetas. ¡Son un fregadal!
A pesar de los millones y millones que se le han metido al IVEA, no sólo no se ha erradicado el analfabetismo en Veracruz, sino que ha aumentado en proporción al sexenio de Murillo Vidal.
¿Es muy difícil volver a aquel sistema? Quizá no, pero causaría estragos en la burocracia magisterial ya que dejarían de percibir cientos de millones de pesos por hacerse pendejos con quienes no saben leer ni escribir.