Quirino Moreno Quiza/Repechaje
Sobre los rieles torcidos…
La increíble historia de quien compró trenes más chicos o más grandes para el Metro podría terminar en la evidencia de cómo todos se taparon los unos a los otros, para terminar acusándose todos contra todos.
Si sólo nos atuviéramos al documento divulgado esta semana por la revista Proceso –en el cual Enrique Horcasitas (ahora destituido) y Joel Ortega, director del Metro juegan a la indagación– nos daremos cuenta de algo: durante un mes –del 14 de febrero al día de la suspensión del servicio dorado–, los responsables jugaron a la ruleta rusa con los usuarios.
En ese tono también ajustan las opiniones de la ICA, empresa cuyos voceros rehúsan admitir una gravedad tal como para haber decretado la suspensión del servicio en la mitad de la línea dorada.
De acuerdo con lo divulgado, Ortega pidió un informe sobre la viabilidad de la L12 y Horcasitas le entregó un documento analítico de la historia del proyecto. Uno pidió manzanas y el otro mandó semillas.
En el informe se habla de un documento pericial elaborado por empresas de ¿intachable? reputación y nombres impronunciables, en el cual se habla de muchas imperfecciones pero ninguna de ellas tan grave como para suspender el servicio.
Si las fallas no son tan peligrosas como ahora se dice con la exhibición de rieles ondulados y ruedas férreas gastadas riesgosamente, entonces estaríamos ante las traslación tramposa de un conflicto político interno como acusa el ingeniero Bernardo Quintana de ICA.
En este caso lo único necesario es una intervención real, confiable, imparcial y segura, para saber de una vez por todas cómo y a cambio de cuáles beneficios se gastaron tantos miles de millones… y quién resultará responsable, culpable o beneficiario de los rieles torcidos.
DE PILÓN: La historia se repite. Cuando se trata de repartir el pastel el único acuerdo entre las tribus perredistas, es el desacuerdo. El Chucho Zambrano se queda… cuanto haga falta –hasta julio o agosto–. Ese fue el mal arreglo para evitar un buen pleito.
El Consejo Nacional del PRD pateó el bote; no hubo coincidencia en los tiempos ni el método; por arriba de la mesa habrá consultas y negociaciones… y por debajo, patadas, puñaladas, mentadas y traiciones. Mientras, el perredismo flotará en el surrealismo; está en su naturaleza.
No hay reglas ni fechas, pero sí candidatos.
Carlos Navarrete mendiga votos. Cuauhtémoc Cárdenas se hace del rogar; pretende un liderazgo de unidad por aclamación. ¿Hágase la democracia en los bueyes de mis compadres?. Otros dos contrincantes podrían sumarse: Carlos Sotelo, quien no parece tener suficiente capital para retar a Nueva Izquierda, y por último –muy por último– Marcelo Ebrard, cuyo proyecto era adueñarse del partido para construir su candidatura presidencial… lástima que lo atropelló el Metro.
Bejaranos, amalios y demás “corrientes” no están dispuestos a allanar el camino para la consolidación de LosChuchos; las tribus venderán caro su amor aventurero… hay amagos de ruptura. La MORENA de AMLO –a querer o no–, es una válvula de escape. Quien no esté de acuerdo con el resultado de la contienda interna, bien podría pasarse al bando del tabasqueño.
Jesús Zambrano lo reconoce: el mayor riesgo para el PRD no está fuera sino dentro del “partido”. La amenaza de una fragmentación es amarga pesadilla…
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