Carlos Ramírez/Indicador político
Por la presión mediática, los voceros del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto han tenido que salir a anunciar que se investigará a los ex funcionarios de las dos administraciones federales anteriores que no sólo facilitaron en enero de 2001 la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán del penal de Puente Grande, Jalisco, sino también a aquellos otros que durante los siguientes once años le habrían dado protección al capo prófugo.
A ver si de veras Peña Nieto cumple con esta promesa, ya que existen evidencias acerca del manto de impunidad que durante los regímenes panistas se le tendió a Guzmán Loera y a sus aliados, entre ellos a Ismael “El Mayo” Zambada García.
Y es que desde que el PAN ganó la Presidencia de la República en 2000, no sólo “El Chapo” Guzmán escapó del penal de alta seguridad sino que hasta el año 2009 sólo tres personajes emblemáticos del cártel de Sinaloa habían sido capturados: Javier Torres Félix, “El JT”; Jesús Rey Zambada García y Vicente Zambada Niebla, (a) “El Vicentillo”, ex jefe de gatilleros, hermano e hijo, respectivamente, de “El Mayo” Zambada, clave en la estructura criminal que se extiende por más de 30 países del mundo, hasta donde han ido a parar las multimillonarias ganancias provenientes del tráfico de drogas y de una veintena de actividades delictivas manejadas por el cártel de Guzmán Loera.
Hace cinco años fue detenido en un exclusivo fraccionamiento de la Ciudad de México “El Vicentillo”, hijo de Zambada, quien hasta 2006 era considerado un narcojunior dedicado a las correrías de juventud al lado de Vicente Carrillo Leyva (hijo de Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”) y Nadia Patricia y Brenda Esparragoza Gastélum, hijas del capo Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, de quien casi no se habla pese a ser considerado el decano de los capos mexicanos y el más hábil negociador entre grupos antagónicos.
En su boletín 309/09, emitido el viernes 20 de marzo de 2009, la PGR informó que el arresto de Vicente Zambada Niebla se realizó para “cumplimentar la orden de detención provisional con fines de extradición internacional, librada por el Juzgado Tercero de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, derivada de una orden de captura emitida por la Corte de Distrito de Columbia en los Estados Unidos, por los delitos de asociación delictuosa y distribución de cocaína para ser importada a los Estados Unidos”.
Lo curioso es que en México, según precisó en esa ocasión la Secretaría de la Defensa Nacional, el hijo de “El Mayo” no tenía ninguna averiguación abierta, por lo que al momento de su detención sólo se le fincaron cargos por poseer armas para uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, según declaró un portavoz de la institución castrense.
No obstante, por su poder y capacidad operativa, Zambada Niebla era comparado por la Sedena con “El Chapo” Guzmán.
Coincidentemente, la detención de “El Vicentillo” ocurrió luego de que la revista Forbes publicó que Guzmán Loera, el llamado “capo del panismo”, poseía una fortuna de mil millones de dólares. Esta información provocó airadas reacciones en las clases política y empresarial, y hasta entre académicos especializados en el tema de la delincuencia organizada. Por ejemplo, el investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Edgardo Buscaglia, interpretó la inclusión de El Chapo en la lista de Forbes como “un claro mensaje” del gobierno estadounidense para que el presidente Felipe Calderón desmantelara al cártel de Sinaloa cuya rentabilidad criminal ha sido tan evidente como descomunal en los años que el PAN llevaba gobernando al país.
Sin embargo, el gobierno calderonista no recapturó al “Chapo” ni a ninguno de los principales capos de su organización delictiva, pese a que “El Mayo” es tan popular como Joaquín Guzmán en Sinaloa.
Antes de dedicarse al trasiego de drogas, Zambada trabajaba como empleado en una mueblería de Culiacán, donde se desempeñaba como chofer repartidor. Desde principios de los ochenta la carrera delictiva de “El Mayo” ha sido vertiginosa y fulgurante. En 1993, tras el asesinato de Rafael Aguilar Guajardo, Zambada se alió en aquella época con Amado Carrillo, “El Señor de los Cielos”, jefe del cártel de Juárez. Y se asoció también con Eduardo González Quirarte, “El Flaco”, publirrelacionista del cártel; con los hermanos Vicente y Rodolfo Carrillo; con Carlos Colín Padilla, cerebro financiero de la organización, con los hermanos Beltrán Leyva; con Juan José Esparragoza, “El Azul”, y con Albino Quintero Meraz, “Don Beto”, quien en el sexenio del gobernador Patricio Chirinos –cuyo secretario de Gobierno era Miguel Ángel Yunes Linares, implicado en la fuga de Guzmán en 2001– habría “comprado” en 15 millones de dólares la plaza de Veracruz, donde estuvo operando cómodamente para “El Chapo” desde 1993 hasta mayo de 2002, año en que fue detenido por el Ejército.
Pero las complicidades de los gobiernos panistas con los capos aliados de Guzmán Loera también quedaron al descubierto en mayo de 2003, durante un cateo realizado a una de las residencias de “El Azul” en Cuernavaca, Morelos, donde agentes de la PGR encontraron la agenda de su hija Nadia Patricia Esparragoza Gastélum, a quien se relacionó sentimentalmente con el entonces gobernador de esa entidad, Sergio Estrada Cajigal, del PAN.
En aquella época, el mandatario morelense era investigado por la PGR por sus presuntos vínculos con el narcotráfico y, en particular con Esparragoza Moreno, quien vivía tranquilamente en esa entidad e incluso utilizaba el aeropuerto local para recibir cargamentos de droga que luego transportaba en vehículos de la policía local, a cargo del comandante Agustín Montiel, actualmente preso en el penal del Altiplano.