Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Veracruz es un estado donde la pobreza alcanza a más de 4 millones 100 mil personas; es la segunda entidad con mayor número de pobres; casi la mitad de la población veracruzana no cuenta con ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades más elementales.
Más del 55 por ciento de la población estatal tienen ingresos inferiores a la línea de bienestar; esto es, más de 4 millones 400 mil habitantes.
Son números que preocupan a cualquiera.
Hace tres años, como referencia, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, informaba que sólo el 13.3 por ciento de los veracruzanos, poco más de un millón de habitantes, no eran pobres ni vulnerables. El 24 por ciento de la población, un millón 800 mil personas, registraba vulnerabilidad por carencias sociales, mientras que el 4.2 por ciento, 318 mil, se ubicaba en un nivel de bajos ingresos.
En contraparte, y esos son los datos que resultan preocupantes, el 39.2 por ciento de la gente de la entidad, casi 3 millones de personas, viven en una situación de pobreza moderada, mientras que más del 19 por ciento, un millón 400 mil, enfrentaba condiciones de pobreza extrema.
Por otra parte, también destaca que en 25 municipios del estado, el porcentaje de habitantes en condición de pobreza se ubica entre el 25 y el 50; 76 municipios tienen entre 50 y 75 por ciento de habitantes pobres; mientras que en 110, la pobreza alcanza casi a la totalidad de la población.
En 2010, 186 de los 212 municipios veracruzanos tenían a más de la mitad de su población en situación de pobreza, reportó el Coneval.
En Mixtla de Altamirano, por ejemplo, el 97 por ciento de las personas son pobres; en Tehuipango, el 94.7; en Zontecomatlán, el 94 por ciento; y en Mecatlán, el 93.5.
No son datos recientes; sin embargo, lo lamentable es que las estadísticas de la pobreza no han cambiado mucho en la última década en la entidad.
El reporte del cuarto trimestre del año pasado decía que más de 200 mil veracruzanos habían superado la pobreza extrema; sin embargo, todavía hay más de un millón en la miseria y, por otro lado, hay un repunte en el número de personas que dejaron la extrema pobreza, pero siguen siendo pobres.
Lo que se observa es que no todos los ayuntamientos realizan el mismo esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de su población; muchos alcaldes, generalmente, se preocupan más por la obra pública desde una óptica de rentabilidad política y enriquecimiento personal, que por generar un mayor nivel de bienestar para la gente.
De ahí la importancia del anuncio del titular del Órgano de Fiscalización Superior del Estado, Lorenzo Antonio Portilla, en el sentido de que los municipios que no ofrezcan resultados en cuanto a la reducción de los niveles de pobreza, quedarán al margen del aumento del presupuesto para el próximo año; mientras que los ayuntamientos que combatan el rezago, la marginación y la pobreza ejercerán más recursos durante 2014. @luisromero85