Carlos Ramírez/Indicador político
Sin chones ni minis
Una de las cosas que más disfruto es leer noticias en el baño. Así que antes de hacer ejercicio todas las mañanas dedico unos minutos a leer las noticias del día. Checo mi celular y sólo tengo que escoger el portal de internet para leer la noticia recién salida desde cualquier parte del mundo directa a mis manos. Es como si tuviese mi propia síntesis lista y enviada hasta el mejor lugar de máxima concentración humana: el retrete, inodoro o escusado.
Así es como me entero que dos prendas totalmente femeninas serán prohibidas. Sí, aunque parezca extraño en pleno siglo XXI, vetarán la minifalda y los choninos de encaje.
Pero le cuento, si usted de pura casualidad decide ir a Uganda, se encontrará con una disposición presidencial: “la prohibición de las minifaldas y blusas que puedan incitar los deseos sexuales”.
Aunque la ley se refrendó apenas hace unos días, la iniciativa tiene más de 5 años que fue presentada por un Ministro de Ética e Integridad con el argumento de que llevar minifalda era como caminar desnuda por la calle, lo que traía como consecuencia que los conductores de automóviles se distrajeran ante tal “indecencia” y sufrieran algún accidente.
¡Vaya! allá los accidentes son por conductores calenturientos no por alcohol, tráfico, carreteras en mal estado o exceso de velocidad. ¡Ave María Purísima! ya me imagino a los conductores decir ¡Aléjate Satanás en forma de minifalda! Y poniendo la cruz frente a las piernas de la fémina con tal de sacar el Chamuco de ése pedazo de tela tan corto que enseña muslos, pantorrillas y rodillas. ¡Líbranos de todo mal!
Pero Rusia no se queda atrás, pues ha prohibido a partir del primero de julio que se elabore, importe o venda ropa interior con menos del 6 por ciento de algodón.
De igual manera que en Uganda, la ley no es nueva pues viene cocinándose desde el 2010.
Desde luego que en Rusia esta medida trajo ya algunas protestas de mujeres que se plantaron un chon en la cabeza pues no quieren usar los antiguos calzones de algodón “tipo abuelita” (aclaro que esta expresión no es denostativa, sino ilustrativa, pues a mi abuelo supongo aún le gustan los calzones de mi abuela).
Para ambos casos se proponen sanciones y he de entender el de la minifalda o la blusa, pues a simple vista se aprecia si se traen puestas y puede sancionarse, pero ¿cómo sabrá la autoridad rusa que una mujer está usando calzones de encaje?
Está bien que los rusos tienen fama de espías, pero no me late eso de andar fisgoneando los calzones de los demás.
Ahora que si yo fuera rusa y me pusiera calzones de encaje desde luego que no iba a andar gritando a los cuatro vientos que no traigo calzones de algodón.
Aunque probablemente si me llegaran a ver en actitud sospechosa por el delito de portación de calzones incorrectos me pregunto si dirían en lugar de ¡Arriba las manos! ¿Abajo los pantalones?
Imagine después, tendría que andar enseñando los choninos a todas las autoridades para comprobar mi delito ¡Eso si es indecente! ¿O no?
Aunque al menos puedo decir que el delito cometido no es porque me agarraron con las manos en la masa, sino por los chones en las nachas.
Probablemente lo más vergonzoso sería cuando me tomaran la foto para salir en la sección policiaca de los diarios rusos, ¿Dónde me pondrían la ficha de delincuente?
¿Y será que cuando purgue mi condena me obliguen a usar calzones de algodón o de franela a rayas?
Puede que mi columna le sea indecente, estúpida, grosera y hasta irreverente, pero sólo es una reflexión en la misma proporción a esas leyes burdas que demuestran el machismo de sus gobernantes y que hasta cierto punto hacen honor a su apellido “Putin”.
¡Vivan las minis, los escotes y los choninos de encaje! ¡Qué sería la vida sin ellos!
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