Quirino Moreno Quiza/Repechaje
Primero, el 9 de este mes, bajo el título “Libertad de prensa para asegurar la democracia”, el senador priista Héctor Yunes Landa escribió y difundió un texto en el que sustentaba que “el periodismo es fundamental para el desarrollo continuo de la democracia”, ya que, argumentaba, “el periodista transmite las inquietudes y necesidades de la sociedad para que el gobierno pueda responder a éstas de manera efectiva; en muchos sentidos la prensa es el canal que mantiene el diálogo entre sociedad y gobierno, por eso la seguridad de los periodistas es de vital interés para el gobierno actual”.
“Es injustificable que cualquier persona o grupo fuera de la ley atente contra uno de los pilares de la democracia mexicana como es el derecho de los ciudadanos a estar informados. Somos muchas las voces que condenamos la desaparición del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz ‘Goyo’ ”, exponía Yunes Landa, quien añadía: “Considero que estos actos viles, son acciones desesperadas de delincuentes que ven cada día más cerca su fin, gracias a los esfuerzos conjuntos del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto y los gobiernos locales. Los grupos delincuenciales son los más interesados en mantener distantes a ciudadanos y gobernantes”.
Y casi 48 horas antes de que fuera hallado el cadáver del reportero policiaco de Coatzacoalcos, el aspirante del PRI a la gubernatura exhortó a “mantener la unidad en momentos como este”, pues dijo que “es claro el interés para encontrar con vida a ‘Goyo’, el despliegue gubernamental a gran escala y coordinado con las fuerzas federales es muestra de ello”. En la parte final de su texto planteaba que “es prioridad blindar el ejercicio del periodismo de cualquier ataque, en la búsqueda de una democracia fuerte”.
La noche de anteayer, martes 11, unas cuantas horas después de que la Procuraduría General de Justicia del Estado confirmó el hallazgo del cadáver del reportero sureño, el senador Yunes Landa difundió profusamente por una de sus cuentas de internet una esquela en la que expresaba: “Lamento profundamente el asesinato del periodista Gregorio Jiménez. Como veracruzano y representante popular condeno estos hechos. Expreso mi solidaridad con la familia de Gregorio, con los periodistas de Coatzacoalcos y de todo Veracruz: comparto su tristeza, indignación y anhelo de que nunca más se repitan estos hechos. Confío en que se hará justicia.”
Sin embargo, hay quienes dudan con sobrada razón no sólo de sus aparentes convicciones expuestas en su artículo “Libertad de Prensa para asegurar la democracia” sino hasta de la autenticidad de sus sentimientos por la muerte de Jiménez de la Cruz, pues como bien lo comparó el periodista Arturo Reyes Isidoro en su columna “Prosa Aprisa” del 28 de enero pasado, el estilo de hacer precampaña política de Yunes Landa es muy parecido al de Fidel Herrera Beltrán en la víspera de la sucesión estatal de 2004, en la que “si se trataba de un bautizo, Fidel era el niño bautizado, si de una boda, Fidel era el novio, si de unos quince años, él era la quinceañera, si de un cumpleaños, él era el cumpleañero, si de un carnaval de pueblo, él era el rey feo, si de un velorio, ¡él era el muerto!”.
Y es que quién le puede creer ahora a Héctor Yunes si cuando se desempeñaba como subsecretario de Gobierno, al inicio de la administración del gobernador Herrera Beltrán, encolerizado por la publicación de una carta difamatoria en su contra que apareció en un diario de Poza Rica, mandó por la noche a dos de sus auxiliares a sacar de una estación radiodifusora de la avenida Ávila Camacho, de Xalapa, al columnista que había firmado dicho artículo, el cual fue llevado a la fuerza hasta su despacho en la planta alta de Palacio.
De acuerdo con la historia que en su momento se consignó en este mismo espacio y que el propio Héctor Yunes corroboró ufanándose de dicha demostración de “hombría”, una vez a solas con el periodista –avecindado en Xalapa pero nativo de Agua Dulce, al sur de Veracruz–, el entonces subsecretario cerró con llave su privado, bajó de la pared un machete de cortador de caña que por el récord histórico de la zafra de ese año le había obsequiado su amigo Daniel Pérez Valdés, dirigente nacional de los productores cañeros de la CNC, y con la parte plana de la moruna azotó la espalda del columnista obligándolo a pedirle perdón de rodillas. Y no sólo eso: lo vejó con una retahíla de improperios impublicables y todavía sacó una pistola de su escritorio para ponérsela en la cabeza, lo que pudo terminar en tragedia si accidentalmente se le hubiera escapado una bala.
El periodista agraviado habría presentado una denuncia en la Comisión Estatal de Derechos Humanos pero de manera inexplicable el expediente… ¡desapareció!
El colmo es que, víctima del síndrome de Estocolmo, el columnista “secuestrado” terminó admirando a su torturador. A grado tal que hace cuatro años Yunes Landa era su precandidato favorito para suceder a Herrera Beltrán, y, a su vez, el ex subsecretario de Gobierno, en una asamblea priista en febrero de 2010, ya no lo calificó como calumniador sino como un “periodista agudo”, al intentar desmentir una carta abierta publicada dos días antes en un diario xalapeño en la que –según se quejó el aspirante priista a la gubernatura– se “hace un señalamiento en la que pretenden construirme una imagen de represor y de autoritario”.
Vaya cinismo y desfachatez.