Quirino Moreno Quiza/Repechaje
Desde anteayer circulan en las redes sociales y en internet nueve fotografías donde el extinto cantante Gibrán David Martiz Díaz aparece portando diversas armas de distintos calibres, desde una pistola hasta una metralleta conocida como “cuerno de chivo”, lo que ha venido a dar un nuevo giro a la investigación ministerial sobre su desaparición y muerte ocurridas entre el martes 7 y sábado 18 de este mes.
De hecho, según consta en actas ministeriales, al presentarse a denunciar la desaparición de su hijo, el señor Efraín Martiz Aguirre reconoce que Gibrán no andaba en buenos pasos, y sólo pedía que apareciera.
Igualmente, en la entrevista que concedió al noticiero radiofónico de la periodista Carmen Aristegui, el padre del ex concursante de “La Voz México” declaró textualmente lo siguiente:
“… En la noche del lunes (6 de enero) yo logro platicar con algunos amigos que estuvieron en la noche, porque estuvieron ahí, digamos departiendo, echando relajos ahí en el departamento en la noche, platicando, me hablan de dos personas que llegaron en el departamento de ellos, que definitivamente eran dos personas de poca probidad moral por llamarlo así, porque no conozco los nombres, ni sé el alcance de esas personas, pero no eran personas bien vistas porque sabían eran personas que ya tenían situaciones difíciles con la policía.
“Y yo dije: ‘pues, bueno, cómo mi hijo permite juntarse con esa gente’, y, me dicen, ‘no, pero señor, usted sabe que este es un medio difícil, el componer regueton, y aquí tiene muchos fans su hijo y la gente lo busca para que les componga canciones y este tipo de cosas’. Y yo, bueno, ok, mientras se manejen las cosas guardando las distancias no pasa nada”.
En efecto, la historia de la desaparición y muerte de Gibrán y Sergio Luis Martínez Hernández parece muy similar a la de muchos otros jóvenes –inclusive hasta comunicadores y empresarios ejecutados entre 2010 y 2011 en Xalapa y el puerto de Veracruz– que terminaron perdiendo la vida tras vincularse por diversos motivos y de diferente manera con personajes de la delincuencia organizada.
Y es que derivado de las carpetas de investigación UIPJ/DXI/9°/0020/2014 y sus acumuladas UIPJ/DXI/8°/09/2014 y UIPJ/DXI/6°/012/2014, iniciadas por la desaparición de Gibrán y su amigo menor de edad, acaban de ser consignados por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) ante la autoridad judicial siete elementos de Seguridad Pública del estado por los probables delitos de incumplimiento de un deber legal, abuso de autoridad y coacción en los que los guardianes del orden habrían incurrido en este caso, lo que además ha puesto al descubierto una faceta desconocida de la vida del cantante.
Según consta en declaraciones ministeriales, los policías detuvieron un vehículo con vidrios polarizados donde viajaban Gibrán y su acompañante. Al hacer una revisión de la unidad, los guardianes del orden encontraron un arma y los jóvenes terminaron por confesar que también tenían otra en su departamento, por lo que se trasladaron al domicilio y les decomisaron la segunda arma.
Según la versión de los policías, en el interior del departamento encontraron un cartucho percutido y una ojiva de bala incrustada en el techo del inmueble. El disparo se habría realizado la noche anterior a la desaparición de ambos jóvenes, durante la mencionada fiesta a la que hizo alusión el papá de Gibrán en la entrevista radiofónica con Aristegui.
Las dos pistolas fueron puestas a disposición de la autoridad correspondiente por los policías. Sin embargo, los uniformados no procedieron a consignar a los detenidos como estaban obligados por ley. Los jóvenes les pidieron no entregarlos argumentando que este hecho afectaría gravemente la carrera de Gibrán Martiz, quien se identificó como músico y cantante, a lo que los elementos de la SSP accedieron indebidamente. Estos hechos constan en la investigación y, por tanto, deberán ser probados.
Según versiones de gente cercana, la Procuraduría General de Justicia del Estado busca a una tercera persona que también habría sido detenida y posteriormente liberada por los elementos de Seguridad Pública, a quien sólo pudieron identificar como “El Tiburón” y que presuntamente cuenta con antecedentes penales. Un personaje clave en la desaparición de Gibrán y Sergio Luis Martínez, los cuales –según los resultados de las necrocirugías practicadas por la PGJE a los cadáveres de ambos jóvenes– fueron ejecutados por los dos delincuentes abatidos en el operativo policiaco-militar realizado el sábado anterior sobre el kilómetro 98 de la carretera Huatusco-Conejos, a la altura de la congregación La Ternera.
La PGJE confirmó que en el caso de los jóvenes se comprobó que las ojivas alojadas en sus cuerpos y los casquillos hallados en el lugar de los hechos coinciden con las armas cortas que portaban los delincuentes abatidos, quienes a su vez dieron positivo en las pruebas de rodizonato de sodio. Aún así, el padre de Gibrán declaró a una periodista porteña que una hermana suya, tía del difunto, trabaja en el FBI en los Estados Unidos “y vamos a investigar qué pasó con mi hijo”. No estaría de más que pidiera también la asistencia de la DEA.