Denuncian ola de robos en comercios del centro de Veracruz
XALAPA, Ver., 06 de enero de 2013.- Ni la fría mañana en la capital la detuvo. Elena salió de su casa y se dirigió hacia el centro de la ciudad para encontrar un juguete. Según detalla, a las 9:00 de la mañana del “Día de Reyes” consiguió 650 pesos, dinero suficiente para ir a comprar regalos para sus dos hijos, de 5 y 3 años.
Ella prefirió esperar. No quiso acudir a los festivales de regalos que realizan políticos, especialmente del DIF municipal y algunos diputados que no sólo van por regalar un juguete de 15 pesos, sino que van por la credencial de elector y por la promesa del voto.
Elena no fue y no sólo porque eso no le gusta, sino porque no tenía con quién dejar a sus hijos. Su pareja, de 22 años, un año mayor que ella, se fue al norte del país: “No sé si cruzó, me dijo que se iría a la frontera, pero no tenemos manera de comunicarnos, él tiene una tía que vive en El Tronconal pero no se ha comunicado. No sé nada de él”, afirma.
Tras su ritual para salir de casa –se persigna y se encomienda a cuanto santo se acuerda-, se va hacia el tianguis del “Ferro”, como se le conoce a la feria del juguete que se instala allí, a un lado de “Los Sauces”. Recuerda que durante el trayecto vio a papás y mamás con sus hijos, jugando con los Ben 10, con las Barbie´s y con juguetes caros, algo a lo que ella no puede acceder.
“Mis niñitos están pequeños. Con cualquier cosa se conforman. Espero llevarles algo que los tenga entretenidos mientras lavo ropa. Mi mamá me los cuida de tarde, que es cuando voy a cuidar a una señora jubilada que me paga bien. Ella me prestó el dinero para comprar los juguetes”.
Quizá para Elena no haya Navidades, ni cenas de Año Nuevo, pero asegura que no se perdonaría que pasara el Día de Reyes sin regalar algo a sus hijos.
Con curiosidad acude puesto por puesto. Sujeta su monedero con las dos manos. Relata que en el décimo puesto vio un muñeco con capa y cuya pistola se enciende, lanzando –en apariencia- un rayo láser. Pregunta el precio, 275 pesos con baterías alcalinas incluidas. Al fin, lo compra.
Para el más pequeño es más fácil, pues los juguetes caros están muy lejos de él. Ella se decide por una pelota de 37 pesos y un estuche cuadrado con figuritas en forme de cuadrados, triángulos y rectángulos. Paga por todo el paquete 117 pesos.
Elena está feliz. Aún le queda dinero y va hacia el área de los alimentos. ¿Desayunaste? Le pregunta el reportero y ella dice que no. Orgullosa, no acepta un pocillo de café, sin embargo, pide un paquete de tres panes y compra unos tamales que alcanzarán para el día. Es admirable que la madre tenga como objetivo llevar primero los juguetes y el desayuno antes que ella tome algo.
¿Por qué haces esto?, se le pregunta: “Son mis hijos. Los quiero. No pasé de la primaria pero no me gusta que me regalen las cosas. Prefiero trabajar y ganármelo para llevarlo a mis hijos. De mi esposo no sé nada y no sé si algún día vaya a saber de él. Lo que sí quiero es que mis hijos vayan a la escuela”.
La joven madre sujeta las bolsas con firmeza y se despide. Una tenue llovizna le moja el rostro, esas gotas de lluvia se confunden con sus lágrimas. Sin embargo, levanta el rostro y sigue adelante. Para su beneficio, el camión que la llevará hasta su casa pasa de inmediato. Quizá es su día de suerte.
Al voltear hacia el tianguis que horas antes fue invadido por miles y miles de papás, uno que cree saberlo todo sabe que ahí dentro hay muchas historias más que hace del “Día de Reyes” un evento muy especial.