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XALAPA, Ver.- De regreso de lejanas latitudes el frío xalapeño le dio la bienvenida al grupo de mujeres artesanas que participaron en el Primer Concurso Nacional de Textiles celebrado en la ciudad de Oaxaca, de donde se trajeron nueve premios nacionales reivindicando la calidad que en Veracruz tiene la factura del arte popular.
Un grupo de artesanos de diferentes partes de Veracruz fueron convocados por la Dirección General de Arte Popular de la Secretaría de Turismo y Cultura (Sectur), con la finalidad de confeccionar piezas artesanales que pudieran competir dentro de los lineamientos de la convocatoria nacional organizada por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), principalmente.
Los convocados, en su mayoría provenientes de la región norte del estado, de los alrededores del municipio serrano de Chicontepec en el que invariablemente, la cultura de la confección de textiles tiene larga cauda histórica.
Los trabajos participantes van desde fajas tejidas en telar de cintura hasta los tan codiciados quechquemitl, que son piezas utilizadas por las mujeres para cubrir los hombros y el torso y que hacen gala de diseños sumamente simbólicos.
Ir a la meca de la artesanía en México y competir contra artesanos de todo el país, que están acostumbrados a cuidar de la calidad de su producto, entregar siempre las mejores piezas para los concursos y regresar a casa con la satisfacción de haber conseguido un reconocimiento nacional, se dice fácil cuando no se conoce el proceso de creación de una pieza artesanal.
Algunas de las mujeres que los confeccionan son testigos de la iconografía de sus pueblos y etnias en tela o hilo y ya tienen la experiencia previa de competir en este tipo de encuentros y en otros de categoría estatal, que ha organizado la Dirección General de Arte Popular, sin embargo es grato ver rostros nuevos, nombres diferentes, manos incansables que hoy se apropian de una presea de este tipo.
Las manos son diversas pero altamente hábiles; hay delgadas y con bastantes años para contar historias que sólo la sierra otorga, así como jóvenes e impetuosas, que apenas comienzan este camino del arte popular en el que se pueden cosechar incluso sueños.
El límite no es físico en este tipo de historias. El que crea, el que diseña este arte-objeto no posee mayor límite que su creatividad pues en ellos descansa toda una tradición milenaria, los motivos que adornaron las piezas ganadoras hablan del lugar donde habitan, de sus ríos, su geografía, pero también de un universo simbólico que es mítico en el que se mezclan los conceptos con las personas, los animales y las cosas. Reconocer ese tipo de trabajo es sin duda una noble hazaña.
El camino del arte popular, dignamente impulsado por esta administración gubernamental, propone a los creadores una forma de conocer otros horizontes, una estrategia creativa de consolidación económica y una rampa de lanzamiento a escenarios más amplios, con mayor alcance, donde las piezas creadas obtengan el reconocimiento y el valor que merecen como punta de iceberg de toda una tradición que los respalda.
Para ellas, las ganadoras de los premios nacionales y las jóvenes ganadoras de los estatales, participar en este tipo de justas es una forma de generar kilómetros bajo la planta de sus pies.
A seis horas de Chicontepec, el camino les recuerda que incluso fueron más allá, al corazón del estado de Oaxaca y extrañaron tanto su tierra, las cumbres donde las nubes acompañan la vía de los habitantes pero, sobre todo, la comida a la que están acostumbradas y esa lengua suya, el náhuatl que fluye como los ríos y como el trinar de las aves. Vendrán más viajes y más premios seguramente porque hoy, los artesanos de Veracruz, han demostrado que tienen manos para rato y que están a la altura de cualquier expectativa.