Carlos Ramírez/Indicador político
Voy despertando y me entero de la muerte del Hijo del Perro Aguayo. Como aficionado, es una noticia que duele. La lucha libre es un oficio que a veces no le informa sus fechas de retiro a sus participantes. Era un joven de 35 años que durante poco tiempo hizo mucho. Heredero de carácter, fortaleza, estilo luchístico y rudezas de su padre, «El Perrito» se consolidó en el Consejo Mundial a mediados de la década pasada cuando dio a conocer su facción Los Perros del Mal, la cual convirtió en empresa independiente en 2008.
Superó partes difíciles como la muerte de su compadre y mejor amigo Héctor Garza, un cáncer en 2011 y pues iba para reconsolidarse. En AAA ya era un integrante estelar, recientemente había rapado a Cibernético, tuvo encuentros con Alberto, alias El Patrón y Texano Jr., El Perrito iba generando su propia historia como su padre.
A propósito, Don Pedro Aguayo Damián (Perro Aguayo Sr.) me ha dejado una lección de vida después de tantos combates que le observé en la lucha libre durante mi adolescencia. Era un luchador sometido, fuertemente golpeado, sangrado, brutalmente lastimado y el señor sacaba todas las fuerzas para resistir. De ahí me surgió la frase «aplicar la del Perro Aguayo», aplicarla para la vida, cuyos golpes morales a veces son más fuertes que los dolorosos que produce el ring, golpes que requieren una resistencia tan fuerte como la que Don Pedro ejercía y más ahora, necesitará. El dolor de perder un hijo, un dolor muy grande.
Del «Perrito» recuerdo mucho su etapa en el CMLL cuando fue el rival principal de Místico (Sin Cara, Myzteziz). Eran muy buenos combates. En Morelia, tuve la oportunidad de verlo luchar en el Pabellón Don Vasco a lado de Lizmark Jr. y Shocker y en el Palacio del Arte a lado de L.A. Park.
Es una pérdida fuerte para la lucha libre, pues el Hijo del Perro Aguayo era uno de los exponentes máximos de la lucha en las nuevas generaciones. Lo triste del asunto —luchísticamente hablando—, es que se enfrentaba por primera vez a Rey Mysterio, después de la permanencia de éste en la WWE. Y posiblemente era la primera vez que lo combatía enmascarado, ya que hace 14 años (cuando lo enfrentó por última vez en la escena independiente) Rey luchaba sin máscara. Unas patadas poderosas de Rey, desequilibraron las cervicales del Perrito que recientemente se había levantado de otro castigo. Cayó casi inconsciente entre segunda y tercera para recibir un 619 (castigo de Rey Mysterio donde se sostiene entre cuerdas para aplicar unas patadas en 180 grados contra el rostro del rival; le puso «619» en honor a la clave de larga distancia de la ciudad de San Diego, tierra natal del luchador) que no se estrelló contra la cara del luchador. Rey mostró un poco de sorpresa, detectaron que no tenía reacciones, lo llevaron al hospital en una tabla. ¡Caray! Esto ya no es normal, pero de repente sí común en el ámbito del pancracio.
Minutos después confirmarían la noticia: el Hijo del Perro Aguayo había fallecido en Tijuana. Tijuana, tierra donde se crió Rey Mysterio; la tierra de los primeros Perros del Mal: Psicosis (Nicho «El Millonario»), Halloween y Damián 666; la tierra de Súper Astro, creador del 619, último castigo que recibió Aguayo en vida. Vaya forma de ejercer un retiro involuntario.
Así es la vida, así es la muerte, mas en un oficio donde los gladiadores salen a arriesgarse en pos de sacar adelante a sus familias. Pentagon (Espanto Jr.) y Pierroth han sufrido consecuencias de ello. Por fortuna, están para contarlo aunque ya no para luchar. Desgraciadamente El Perrito, como le decían de cariño, ya no está para compartir sus experiencias.
La última lucha que vi del Perro Aguayo en vivo fue en noviembre 2010, en el Palacio del Arte. AAA lo había traído a lado de Dr. Wagner para luchar contra La Parka y Cibernético. En esa ocasión, Cibernético le había aplicado un azotón contra una hielera de cervezas. Mi hermana Oralba creía que era cuento, pero cuando nos acercamos al ring vio el estado de la hielera y yo vi su cara de sorprendida: el recipiente se encontraba completamente cuarteado, como si fuera una hoja de papel rota. Y luego piensan que la lucha libre es un cuento.
Por fortuna, Aguayo Jr. se reencontrará con su mejor amigo, su compadre, su hermano del alma Héctor Garza y ya están listos para ofrecer estupendas batallas en los rings celestiales.
Mi más sinceras condolencias a su familia y sobre todo a un señorón que me ha dejado una enorme lección de vida como lo es Don Pedro Aguayo Damián, el can zacatecano.
Descanse en paz, Pedro Aguayo Ramírez, El Hijo del Perro Aguayo.